Apenas llegó con su padre, Christine se había largado a llorar, tal como tantas veces había hecho siendo una niña.
Él no le reprocho nada cuando le contó lo del embarazo si no que la consoló. Ella le había contado parte de la verdad sin mencionar el contrato.
Le contó sobre el hombre que tanto había amado, pero sólo se limitó a decir que él no quería el bebé.
La noche era fría y silenciosa, a pesar de su intento por no llorar, algunas lágrimas salían de sus ojos, incapaz de dejar de pensar en él.
Xander Stone había roto sus ilusiones, sus sueños y su corazón. El dolor era tan fuerte, que se preguntó si alguna vez aquella herida sanaría.
Había pensado en marcharse sin dejar ninguna nota, pero al final el abuelo la instó a dejar una pequeña carta, dejándole muy claro lo que pensaba.
