Isaac Ferrara.
Casarme con Zoé fue la excusa perfecta que necesitaba. Valery me engaño y lo veía venir, pues sabía que ella era una escoria como yo. Ver a mi hermano hizo que muchas emociones contenidas dentro de mí explotaran, emociones que no sabía que podía sentir.
Recuerdo el día que Zoé entró a mi oficina, las cosas que quería hacerle, respire tranquilo cuando ella se fue, pero después regreso y me dijo que aceptaría el trabajo. Contenerme a ella hizo que la odiara más.
No lo entiendo, destruí mi corazón y emociones hace muchos años, solo entra una simple mujer como ella y solo quiero gritarle y tratarla mal, me siento molesto y a la vez raro cuando Zoé esta a mi lado.
No sé lo que es amor, nunca me han amado. Crecí en un sótano por ser el hijo no deseado, yo únicamente fui un hijo donador a mi hermano mayor que después murió.
Mis padres me culparon por ello, la medula que le done a Adán, más tarde el riñón y sangre, además de muchas otras cosas. Solamente nací para que mi hermano mayor viviera y después de tanto dolor muere tan fácilmente.
No conozco el amor, mis demonios me atormenta. Nunca he sido el primero.
Ayer tomé pastillas, pero no me ayudan a dormir, solo me relajan, porque cada vez que cierro los ojos recuerdo ese sótano en el que estuve por mucho tiempo encerrado, pagando la muerte de mi hermano que no fue mi culpa.
Es como si mis emociones se hubieran congelado, pero Zoé es la única que me hace enojar y sentir el único sentimiento que conozco, odio y, ¿algo más?
Escuchar a Zoé hablarme de ella, pensando que estaba dormido me hizo relajarme y dormir una noche.
Acostado en mi cama fingiendo estar dormido solo espero que lo haga otra vez, quiero que una persona criada con amor y con esa dulce voz me diga, ¿qué se siente ser amado?
—Isaac, Isaac.
Finjo estar profundamente dormido.
—No puedo creer que en la tarde me gritaras por todo, todo fue tu culpa, tu problema es que te estresas por todo, eres un imbécil. Como sea, te voy a perdonar porque en la mañana me hiciste sentir mejor, sabía que no eras hijo del polo norte, muy adentro tenías sentimientos que me dejaste ver tan solo algunos segundos.
Por un momento me dejé ver débil, eso lo sé.
—Sé que tú no le tienes miedo a nada, pero yo sí, sí estuvieras despierto te reirías, bueno, si también tuvieras emociones. Le tengo un pánico a las sandías, un día mi padre llevó una enorme a casa, yo solo tenía seis años y quise cargarla, pesaba mucho y cayó en mis pies, fue muy doloroso, ahora cada vez que veo una sandia entro en pánico.
No puedo evitarlo y quisiera reír, pero no puedo, ella piensa que estoy dormido.
—Jefe, siempre quise preguntar por tu cicatriz, busque en Internet y esa cicatriz en la parte de tu estómago es por donación de un órgano, sabiendo lo cruel y psicópata que eres sé que nunca le donarías nada a nadie. Es extraño, pero sé que eres un loco, asesino atormentado y maltratador, pero me siento segura a tu lado.
Ella acaricia mi espalda, sus uñas me hacen sentir escalofríos, trato de no moverme.
—Me voy a dormir, jefe. Mañana me gritará y tratará como siempre, así que tengo que descansar bien.
Ella besa mi frente.
Espero a que se duerma y después me levanto, ella tocó mi espalda, mala idea, espero que nunca jamás lo haga.
Me cambió y salgo de la habitación, tomo las llaves de mi auto.
Bajo y veo a Antoni en el sofá de la sala.
—Hermano, ¿pasa algo? Pensé que eras Zoé.
—¿Qué pasa con ella?
—Nada, no te preocupes, ¿siempre me vas a odiar? En el fondo sabes que no fue mi culpa, yo no quise que eso pasara, Isaac. Era joven e inmaduro.
—La única razón por la que no te corto la maldita cabeza es porque cuidas a la abuela.
—Está bien, solo espero que algún día me perdones y dejes el pasado atrás, yo te amo, eres mi hermano.
—No tengo emociones, tú y tus padres los arrancaron de mí. Me alegra que ellos estén muertos, porque ahora yo los hubiera hecho sufrir sin piedad. Los hubiera despedazado vivos.
Puedo ver el miedo en los ojos de Antoni, pero su miedo solo me provoca placer. Llego a mi auto y lo enciendo, solo quiero salir de aquí.
Zoé.
—¡Zoé! ¡Zoé!
Despierto y veo a Antoni.
—Lo siento, Zoé, no es mi intención molestar, pero Isaac salió ayer muy tarde y aún no regresa.
—No te preocupes, muchas veces me llamo a las tres de la mañana para ir por él. No es la primera ni la última, no te preocupes. Talvez solo vendrá muy ebrio.
—Está bien, veo que lo tienes bajo control. Saldré durante todo el día, tendré un par de entrevistas para trabajar en un hospital y después buscaré una casa para mí y la abuela.
—Está bien, cuídate mucho.
—Con todo respeto, Zoé. Eres igual de linda con o sin maquillaje.
Él sale de la habitación y me levanto rápidamente, me veo en el espejo, mi cara está roja como un tomate.
Alguien toca la puerta y le digo que pase.
—Señorita, voy a salir con su abuela al supermercado, ella insistió, espero que no haya problema.
—Por supuesto que no, ¿cómo te llamas?
—Lo siento, soy Amanda.
—Amanda, te debo una disculpa, no fue mi intención hacerte sentir mal ayer, es solo que mi esposo no me aviso sobre el cambio de personal, lo siento.
—No se preocupe, señora.
Amanda sale de la habitación dejándome sola. Me doy un baño tranquila aprovechando que estoy sola. Esta no es la primera vez que Isaac sale a media noche, como no recordar aquella noche.
Flashback.
Mi celular suena, haciéndome despertar.
—Hola.
—Zoé, ven por mí.
—¡Jefe!
—Quién más, tonta.
Él me da la dirección y voy por él a un bar.
Al llegar al lugar está un poco vacío, me acerco a la barra y le preguntó al bar tender.
—Disculpe, ¿sabe dónde se encuentra mi jefe?
—¡Zoé!
Escucho su voz y volteo, tiene el rostro magullado y está sangrando.
—Jefe, ¿qué le pasó?
Él no me responde, lo ayudo a subir a mi auto y lo llevo a su casa. Al llegar a la mansión le pido ayuda a uno de los empleados para que me ayude a llevarlo a su habitación.
Cuando él está en su cama bajo para buscar el botiquín.
Al encontrarlo subo y cuando entro en su habitación lo veo sentado al borde de la cama, se ha quitado el saco y la camisa, solo tiene puesto el pantalón.
Comienzo a limpiar la herida de su frente, tiene los ojos cerrados y se tambalea.
Él se levanta y yo hago lo mismo.
—Jefe, tome asiento o podría caerse, además necesito limpiar sus heridas.
Él me abraza y después toma mi rostro entre sus manos, busca mis labios y me besa. Sé que está mal, sé que tiene novia. Sus labios saben amargo por todo lo que bebió, pero no me importa, solo me dejo llevar. Sé que alguien como él nunca se fijaría en alguien como yo, quizás piensa que soy la pelirroja esa que no me agrada.
Él no para de besarme, pero solo me hago daño a mi misma, mañana no recordará nada.
Fin del Flashback.
Sé que mentí el día de la boda, dije que nunca había besado a nadie, pero no podía decirle que mi primer beso fue con él, además no lo recuerda y prefiero que sea así. Ahora ese sentimiento solo es odio.
Termino de bañarme y busco ropa en mi maleta que aún no he arreglado, estoy en ropa interior cuando Isaac abre la puerta, me cubro con mis manos, pero él solo se queda en la puerta observándoseme.
—Te cubres como si tuvieras algo bueno que ver.
Esas palabras me duelen, pues siempre fui insegura. Cierro mi maleta muy molesta, me cubro con la toalla y salgo de la habitación.
Maldito bastardo.