“Sé yo en el peor día de mi vida y déjame ser tú en el mejor día de tu vida”
El Palacio era una isla de fantasía flotando sobre un mar de realidad.
Cada vez que las puertas se abrían, uno de los invitados se unía a la fiesta. En esa ocasión, las puertas del lado norte se abrieron y emergieron dos mujeres de cabello rubio, casi mostaza, llevando largos y elegantes vestidos, y máscaras de cobalto sobre sus rostros.
De la puerta este surgieron dos hombres de cabello rojo, ambos con máscaras plateadas. Después fue el turno de la puerta sur, de ella surgió una mujer muy delgada con un vestido celeste, cabello platinado y una máscara púrpura, sus movimientos eran estéticos y elegantes, y al momento de bajar las escaleras todos voltearon a verla.
El protocolo era una regla escrita que nadie e
