Matrimonio infantil Parte4

2100 Palabras
– No te pedí imposibles – anunció el rey con enfado – no te ordené derrotar a un espíritu corrupto, detener las tormentas o acabar con las plagas que azotan los cultivos, lo que te pedí, fue que leyeras las malditas cargas – gritó y maldijo – ¡cartas! La reina apretó las manos para rezar. – Nuestro destino dependía de tu miserable habilidad para leer, eso era todo lo que tenías que hacer. Tomás alzó la mirada – ¿por qué?, guardas expectativas para todos mis hermanos y a mi me pides que sea un consorte, nunca me preguntaste si quería casarme, o si quería ser esto, nunca se te ocurrió pensar, que pude hacer más por el reino. – Lo que tenías que hacer, no lo hiciste, y quieres que te de mayores responsabilidades – dijo el rey, mirándolo con decepción – llamen al erudito, a partir de ahora te quedarás a leer. No saldrás de tu habitación hasta que hayas leído cada carta y conozcas a tu esposa, ¿me has entendido? Tomás lo desafió con la mirada. – Olvide que no estoy hablando con un ser pensante – dijo el rey y miró a uno de sus guardias – escóltenlo, atenlo, tienen mi permiso para golpearlo si es necesario, pero hagan que lea. Y si descubren que mi hijo nunca aprendió a leer, entonces háganlo ustedes y oblíguenlo a escuchar. Tomás se sintió miserable, miró a los guardias y desenfundó su espada, además de los años de entrenamiento, tenía una gran ventaja, los guardias no querían lastimarlo o causarle un daño irreversible. Gracias a eso, Tomás los desarmó a ambos. – ¡Ya basta!, los dos – pidió la reina con lágrimas en los ojos y miró a su hijo – dinos, ¿por qué haces esto?, sé que no te consultamos y entiendo que sea una carga muy pesada para ti. Pero, ¿por qué tienes que reaccionar de esta manera?, tu padre y yo nos casamos sin conocernos, el matrimonio de tu hermano Jeremy también fue arreglado, las condiciones fueron las mismas, solo tú actúas como si hubiéramos tomado tu vida. – Fue lo que hicieron – respondió Tomás y bajó la espada – el día que me casaron con ella, dejé de ser un príncipe y me convertí en el esposo. Nadie en este castillo me ha tratado con respeto, algunos dicen que no pertenezco, que me iré a servir a la princesa y me convertiré en un sirviente glorificado. Nunca quise esto. – Es bueno saberlo – dijo una voz suave. El rey, la reina, los guardias y el príncipe giraron la mirada hacia la entrada, tan ocupados como estaban en su pelea, ninguno supo en qué momento la emperatriz y su hija Serena entraron al salón. Apenas unos minutos antes, la emperatriz había convencido a su hija de darle otra oportunidad y en el momento más apremiante, sucedía esto. – Yo tampoco quiero estar casada con un hombre tan débil – dijo Serena. Tomás se sintió ofendido – debiste llegar tarde, yo soy más fuerte que todos los guardias en este castillo. – Débil y sin cerebro – sentenció la princesa – mi matrimonio también fue decidido sin mi consentimiento, antes de tener edad para entender lo que significaba estar casada, yo ya era una esposa, tú esposa – lo acribilló con la mirada – fue muy duro para mí entenderlo a los siete años, pero me sobrepuse, aprendí a escribir cartas e hice todo lo posible para darnos una oportunidad, ¿qué fue lo que tú hiciste?, además de actuar como un niño mimado e irresponsable que siente pena de sí mismo, ¿qué hiciste? Tomás se quedó desarmado, la había llamado “caprichosa”, y “mimada”, pero al pensarlo más detenidamente, entendió que no se tomó el tiempo de conocerla, simplemente la juzgó y la condenó. Como un príncipe caprichoso y mimado que no ve más allá de su nariz. – Me alegra saber que no te gusta ser mi esposo – continuó Serena – porque yo aborrezco la idea de ser esposa de un idiota como tú – miró al rey – majestad, gracias por el recibimiento, aquí termina este matrimonio. La emperatriz suspiró y se odió por tener que decirlo – lo lamento, pero eso no sucederá. Serena volteó a verla – ¡mamá! – Ven conmigo – dijo y tomó la mano de Serena para sacarla del salón y llevarla de vuelta a su habitación. Serena no pudo entenderlo y la pregunta volvió a su cabeza, ¿por qué la casaron?, siendo una niña de tres años, ¿por qué la obligaron a contraer matrimonio? – Mamá, ¿qué está pasando? La emperatriz revisó que la habitación estuviera cerrada, también miró por la ventana y llevó a su hija a una pared – escucha con atención – susurró – hace cinco generaciones estuvimos a punto de ser invadidos, teníamos muchos enemigos y nuestros aliados nos traicionaron, era cuestión de tiempo para declarar nuestra derrota – apretó las manos de Serena – el emperador hizo lo que pudo y entonces, un espíritu corrupto apareció. Eran tiempos diferentes, no entendíamos lo que significaba la corrupción y no sabíamos qué simbolizaba, además, tu ancestro estaba desesperado y habría hecho un pacto con quien fuera, a cambio de proteger a la familia. Serena tuvo un mal presentimiento. – El espíritu corrupto aceptó protegernos, pero a cambio pidió un sacrificio – dijo la emperatriz y sus ojos se humedecieron. – ¿Qué clase de sacrificio? La emperatriz no esperaba tener que revelarle la verdad a su hija y lloró – un descendiente femenino del emperador, de su línea de sangre directa, debía ser entregada al espíritu corrupto para – su voz se quebró y su rostro se llenó de lágrimas – para dar a luz al hijo del espíritu. Las piernas de Serena ya estaban dobladas, pero después de escuchar eso, sintió que su cuerpo perdía fuerza y se desplomó sobre el suelo. – Por generaciones el emperador ha tenido un solo hijo varón y hemos pedido la ayuda de médicos y curanderos para que esa línea se mantenga. Tú eres la primera hija que ha nacido en la familia de tu padre, en cinco generaciones – sujetó las mejillas de Serena – intentamos de todo para protegerte y escuchamos que el matrimonio es un acto sagrado y respetado por los espíritus, por eso solicitamos el matrimonio, mientras estés casada, ese espíritu corrupto no podrá tocarte. Serena retiró las manos de su madre y la miró – ¿qué pasará después?, sigo siendo de linaje directo, si tengo una hija, ella pasará por la misma maldición. Esto jamás terminará. – No – le dijo la emperatriz – cuando eso suceda, encontraremos el modo. Serena gritó, fue un sonido de rabia y desesperación, soltó las manos de su madre y empujó la puerta y corrió hacia el pasillo. Estaba maldita, nunca tendría una vida normal, no podría casarse con quien quisiera hacerlo y no tendría hijos, porque tarde o temprano, una de sus hijas sería usada como sacrificio y no quería eso. Antes de obligar a otros a vivir esa maldición, prefería quitarse la vida. Mirando hacia la ventana, Serena no lo pensó, estaba demasiado afectada por lo que acababa de escuchar y la revelación de que todo ese tiempo no fue su esposo quien le escribió las cartas. Subió al borde de la ventana, se aferró de las columnas y miró hacia abajo. Lo que sentía no era dolor, era desesperación. El eco de generaciones pasadas pidiéndole que se rendiera y realmente deseaba hacerlo, pero fui quizás el destino, o una fuerza que no podía describir. Al abrir los ojos, lo que Serena vio fue un dibujo con trazos fuertes y decididos, pero suaves en el contraste. Esa escena, el mar, las olas golpeando los riscos, las casas, todo el cuadro era exactamente igual al primer dibujo que recibió de su esposo. Esa era la orientación correcta, pero la ventana equivocada. Tras bajar, buscó los escalones y bajó al siguiente piso, pero el ángulo se alejó más de su perspectiva. Subió dos pisos y buscó una ventana, la imagen era parecida, no igual. Subió un piso más y no vio ventanas, solo habitaciones. Una empleada caminaba por el pasillo y bajó la cabeza – alteza. – Quiero entrar a las habitaciones – dijo Serena y siguió su camino. La primera puerta tenía una ventana pequeña que apuntaba a un ángulo diferente, la segunda era un salón muy amplio y la tercera era un baño. En el pasillo Serena descubrió una habitación justo en la esquina que tenía dos ventanas, una al frente y otra al costado, en la dirección correcta. En esa ventana vio una planta dentro de una maceta. ¿Cuál era su pasatiempo favorito?, la jardinería. En casa tenía un invernadero y le enseñó a su esposo a cuidar de una pequeña planta, él le envió dibujos de las hojas y Serena las guardó con mucho cariño. En esa habitación también vio la mesa con el tintero y los cuadernos, las marcas en la pared, la vista del cielo y todos los pequeños detalles que vio entre sus cartas. Le resultó tan familiar, como si ya hubiera estado ahí muchas veces. Cedric abrió la puerta, traía consigo un balde de agua para regar su planta y al verla, pensó en ocultarse. – ¿Vives aquí? – preguntó Serena. Cedric bajó la mirada – alteza, este es un estudio, nadie vive aquí. Serena notó las manchas entre los dedos y alrededor de las uñas de Cedric y se quitó los guantes – es un gran problema, ¿no crees? – mostró sus manos. Cedric miró las suyas. – Necesito hablar con alguien – dijo Serena – ¿podrías escucharme? Cedric asintió y escuchó en silencio la historia de la familia de Serena, el espíritu corrupto, la maldición y la actitud del príncipe Tomás, el esposo que la salvaría de la maldición y que la odiaba por algo que ella no podía controlar. Al final, Cedric suspiró – lo siento, alteza, yo no puedo ayudarla. – Ya lo hiciste – sonrió Serena – me escuchaste. Fueron palabras amables, pero Cedric se sintió miserable, miró a la princesa, la reconoció por los retratos que ella le envió y repasó la historia – ese espíritu corrupto controla el mar, el viento y las nubes. Es parecido. Serena volteó a verlo – ¿qué? Cedric se levantó y buscó entre los diarios y libros que tenía en el estudio – hace años, un hombre vio un espíritu en la costa, dijo que era una sirena, se cuenta que las sirenas son las hijas e hijos de… – Los seres humanos y los espíritus corruptos de agua – completó Serena – conozco a las sirenas. Cedric continuó – escuché que llegó con el huracán, pero otros piensan que llegó poco después, es un espíritu corrupto que mantiene a las personas alejadas y quienes se acercan, son víctimas de pequeños remolinos que se forman en el agua – le mostró la ilustración. Serena frunció el ceño – no puede ser el mismo, ese espíritu corrupto está en nuestras costas, ¿por qué vendría aquí? – Porque en este lugar está su esposo – dijo Cedric – este es su destino, aquí es donde su familia la dejará porque piensan que es un lugar seguro, pero, ¿qué pasaría si el espíritu ya estuviera aquí?, listo para tomar la oportunidad. Es una teoría – agregó Cedric. – No, es más que eso – dijo Serena y tomó la mano de Cedric – vendrás conmigo. – Pero alteza… – Sin objeciones, eres la única persona en la que confío en toda esta maldita isla. Los establos tenían suficientes caballos, todo gracias al hipódromo y como todos los sirvientes sabían, esa construcción fue obra de la princesa, por eso, nadie se opuso a entregarle dos caballos y nadie se interpuso en su camino. La emperatriz la vio desde la ventana y corrió a buscarla. El rey también fue y llamó a los sirvientes – ¿a dónde fueron? Ellos bajaron la cabeza – lo sentimos majestad, la princesa no nos dijo adónde iba. El rey deseó golpearlos. Tomás soltó un resoplido – yo iré por ella – dijo y buscó su caballo para alcanzarlos. La emperatriz decidió dejarlo ir en su lugar porque esperaba que la pareja arreglara sus diferentes y porque ella no sabía hacia donde se dirigía Serena. A buscar al espíritu corrupto.
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