La teoría de Cedric fue acertada. Después de la boda de Serena, el espíritu corrupto se mudó a las costas de Gelea en espera de la boda. Lo que jamás imaginó, fue que la propia Serena llegaría a su puerta.
En el camino, Serena miró hacia un costado y preguntó – ¿a qué edad aprendí a montar?
– A los diez años – respondió Cedric.
Serena sonrió al ver que la persona con la que intercambió cartas por diez años realmente existía.
Tomás fue detrás de ellos, pero como estaba más acostumbrado a cabalgar sobre un terreno plano y limpio, tuvo problemas para abrirse camino entre las rocas y la distancia entre ellos fue aumentando.
Serena y Cedric fueron los primeros en llegar a las cuevas bajo los riscos en dónde se suponía que había sirenas, ahí, los caballos se negaron a seguir adelante, tuvieron que dejarlos.
Cedric la miró – alteza, ¿está segura de esto?
– Totalmente – respondió Serena – tiene que terminar, no puedo pasar el resto de mi vida de esta forma – dijo con mucha seguridad, pero estaba asustada y tomó la mano de Cedric para llenarse de valor. Juntos se dirigieron a las cuevas.
En la distancia, Tomás vio a su esposa tomar la mano del erudito que pasaba todo el día encerrado en un estudio y sintió celos. Aceleró el paso sin pensar en su caballo y cuando pasó del límite permitido, el caballo relinchó y derribó a Tomás. Él cayó al suelo y el caballo regresó.
Comenzó una tormenta.
Serena y Cedric caminaron al interior de la cueva, hacia una pequeña luz en el centro, rodeada de agua y con un brillo tan intenso, que lanzaba sombras duras sobre las paredes negras.
– ¡Llegaste! – dijo una voz femenina.
Cedric se aferró a la mano de Serena y quiso interponerse, pero no supo de dónde venía esa voz.
El agua se movió, el reflejo se volvió extraño y una mujer emergió, tenía el cabello muy largo y una cola muy larga, de lejos parecía una serpiente.
Serena abrazó a Cedric, jamás pensó que ver a un espíritu corrupto le causaría esa impresión. Casi perdió su determinación, pero logró sobreponerse y miró al espíritu – mi nombre es Serena.
– Lo sé, eres la princesa Serena – respondió el espíritu corrupto con mucha felicidad – por fin llegaste.
Serena no comprendió, pero decidió seguir con su discurso – mi familia fue maldecida por un espíritu corrupto, si tú puedes…
– También lo sé, fui yo – declaró el espíritu corrupto.
Serena frunció el ceño – pero eres una mujer.
– Soy un espíritu.
Serena intentó ordenar sus ideas – mi mamá dijo que el espíritu corrupto pidió un sacrificio, una mujer que se convertiría en la madre de su hijo.
El espíritu corrupto asintió – así es – y movió su cola, justo en el medio estaba la criatura envuelta, era de color ámbar y no se distinguía de qué clase era, pero se movía – este es mi hijo, nació del primer acto corrupto de este mundo, pero no puedo deshacerme de él – gritó y su voz cambió – he intentado de todo, no puedo matarlo, no puedo tenerlo, no puedo devorarlo.
La sola idea de una madre devorando a su hijo, hizo que Serena se cubriera la boca.
– Mi única explicación, es que debe nacer, pero si permito que pase – subió la mirada y sus ojos enrojecieron – yo moriré, dime, ¿eso te parece justo?
Cedric abrazó a Serena y la puso detrás de él para que el espíritu corrupto no pudiera tocarla.
Serena respiró profundamente – yo creo, que no es justo – respondió.
Al espíritu corrupto no le gustó ver a Cedric, pero lo dejó pasar – tu familia me ofreció un sacrificio, yo los salvé y a cambio ustedes deben darme una gestante.
Serena comprendió que su familia había captado mal el mensaje, el sacrificio no iba a tener un hijo con el espíritu corrupto, lo que iba a hacer, era dar a luz, al hijo del espíritu corrupto que ya existía.
Y si lo hacía, todo terminaría – ¿qué pasará conmigo?, si tú eres un espíritu corrupto y morirás si lo tienes, yo que soy humana, ¿viviré?
El espíritu corrupto acomodó su cola y envolvió a Serena y a Cedric dejando un espacio de veinte centímetros – así es.
– Júralo – pidió Cedric.
El espíritu corrupto lo miró con desgana, pero lo aceptó – eres humana, cientos de mujeres en el mundo dan a luz a las criaturas nacidas de espíritus corruptos, es lo mismo para ti.
– ¿Y qué pasará después? – preguntó Serena – cuando el bebe nazca, ¿dejarás en paz a mi familia?, tienes que jurarlo, que nunca más volverás a buscarnos para esto.
El espíritu corrupto miró su cola y al embrión que se retorcía – yo solo tengo un hijo, no tendré más. Después de que cumplas mi petición, no tendré razones para buscar a tu familia.
Serena lo creyó, soltó la espalda de Cedric y caminó hacia atrás – hazlo.
Cedric sintió un frío recorriéndole la espalda, intentó sujetar la mano de Serena, pero la cola del espíritu corrupto ya los había separado, a él lo empujó hacia la entrada de la cueva y a ella la elevó en el aire.
Serena sintió que se ahogaba, la punta de la cola del espíritu corrupto se metió en su boca y miró como el embrión se deslizaba por el cuerpo de la serpiente hasta llegar a la punta y entonces, entraba en su cuerpo. Sintió que su interior se desgarraba, pero se esforzó por soportarlo.
En cuanto el embrión pasó y se alojó en su interior, Serena fue devuelta al suelo, la siguiente parte fue más dolorosa, porque de su estómago, el embrión debía pasar a su abdomen.
– He sido considerada – dijo el espíritu corrupto – al ver que tienes una pareja, supuse que querrías mantener la otra entrada intacta – le dijo, mientras Serena se retorcía por el dolor.
Para cuando Cedric abrió los ojos, ya era de noche, Tomás estaba a tres metros de distancia, empujando la pared invisible que les impedía entrar a la cueva.
– Alteza – susurró Cedric, se levantó y corrió hacia esa pared que no podía ver y la empujó con el hombro. Al instante, la pared se rompió y Cedric cayó al suelo.
Tomás miró su espada, llevaba más de una hora intentando entrar y esa magia desconocida se rompió por un empujón.
Cedric se levantó, sus pies resbalaron por la arena y se golpeó el rostro, pero se volvió a levantar y corrió. Serena estaba boca arriba, sobre el suelo de la cueva y la marea subía peligrosamente, Cedric la levantó y Tomás lo hizo a un lado.
– Yo me haré cargo – le dijo y cargó a Serena.
De vuelta en el castillo todos estaban preocupados, llamaron a varios médicos, revisaron el estado de la princesa y por varios días, esperaron a que ella despertara.
Y por poner a la princesa en peligro, Cedric fue enviado al calabozo y azotado.
Tres días después, Serena abrió los ojos, su madre estaba a su lado, sosteniendo sus manos y la ventaba estaba abierta.
La emperatriz subió la mirada – hija – susurró y la abrazó, feliz de verla despierta.
Serena decidió ocultar lo que había hecho y le sonrió a su madre – mamá, tengo mucha hambre.
La emperatriz comenzó a reír y a llorar al mismo tiempo – ahora mismo ordenaré que te traigan la comida, mi niña, tendrás toda la comida que quieras.
La cocina fue alertada y llevaron docenas de platillos, era demasiado, el médico a cargo sintió que le iba a dar un infarto, regañó a todos los cocineros y les preguntó si jamás habían tratado con un paciente enfermo. Serena debía comer alimentos suaves o su estómago reventaría con tanta comida.
Tomás esperó a que los cocineros se fueran y tocó la puerta, el guardia anunció su presencia, poco después lo dejaron pasar.
– Alteza, majestad – saludó cortésmente.
La emperatriz miró a su hija y honestamente, esperó que ellos arreglaran sus diferencias.
Pero la voz de Serena fue contundente – quiero el divorcio.
Tomás se sorprendió.
La emperatriz giró y exclamó – ¡hija!
– He sido clara, mi esposo el príncipe Tomás Gelea, odia la idea de ser percibido como mi consorte y yo, no resisto tener a un hombre tan débil de carácter a mi lado. Quiero el divorcio.
La emperatriz intentó detenerla – hija, no puedo permitirlo.
– Yo tampoco – intervino Tomás.
Serena se burló de sus palabras – eso me ha sorprendido, hasta ayer usted era el más interesado en este divorcio – dijo Serena, pensando que había perdido el conocimiento un día, y no tres.
Tomás no la corrigió y se concentró en su petición – pienso, que no le hemos dado una oportunidad a este matrimonio y le pido que reconsidere.
Serena recordó el dolor que experimentó en esa cueva y odió a Tomás – ¿por qué habría de hacerlo?, dígame, príncipe Tomás, ¿qué ha hecho usted para merecer mi respeto?
La respuesta era obvia y Tomás lo admitió, pero no quería dejarla ir justo después de descubrir que ella era diferente a como la imaginó.
– Mamá, sácalo de mi habitación o seré yo quien salga.
La emperatriz se sintió molesta con la actitud de su hija, pero no quería forzar una relación e invitó al príncipe a retirarse, antes de hablar con ella – cariño, hablamos sobre esto, necesitas un esposo.
– Antes que ese hombre, prefiero un sirviente – se acordó de Cedric – el joven que fue conmigo a la cueva, no lo veo.
– Debe estar en el calabozo.
Como pudo, Serena se levantó de la cama y exigió verlo, la emperatriz jamás la había visto tan desesperada y les pidió a los guardias que trajeran al sirviente que la acompañó.
Cedric tenía la espalda ensangrentada, marcada por los azotes. En sus muñecas y tobillos había cadenas y los mismos tres días que Serena estuvo dormida, él no probó agua o alimento.
Al verlo, Serena comenzó a llorar y miró a la emperatriz – mamá, no quiero estar emparentada con estas personas, vámonos de aquí.
La emperatriz la abrazó.
Al barco subieron varios médicos cuyo único trabajo era mantener a Cedric con vida. Serena se quedó a su lado, ayudó a cambiar el vendaje y solo comía cuando Cedric lo hacía. La emperatriz nunca antes vio a su hija comportarse de esa forma, pero lo que le preocupaba, era el divorcio.
En el trayecto, Cedric se recuperó, pero su tobillo tenía una fractura y los médicos no pudieron acomodarla, tendría dificultades para caminar por el resto de su vida.
Serena sintió que estaba dentro de una pesadilla y que jamás despertaría, y justo cuando pensó que podría descansar, los síntomas del embarazo se presentaron.
El emperador fue llamado a su habitación, la miró y dijo – ¿qué has hecho?
– Lo que tenía que hacerse, el espíritu corrupto salvó nuestras vidas, ustedes le prometieron un sacrificio y pasaron el resto del tiempo buscando atajos para no pagar sus deudas, alguien en esta familia tenía que hacerse responsable.
La emperatriz lloró.
El emperador se sentó junto a la cama – tras el divorcio, serás enviada a un monasterio a la frontera con Sinseo, diremos que necesitas reevaluar tus decisiones, cuando nazca esa cosa, entrégala al espíritu corrupto y vuelve aquí.
Serena respiró profundamente – haré todo lo que me han dicho, pero tengo una condición, dejen que Cedric venga conmigo.
Una semana después comenzó el viaje, además de Serena y Cedric, el caballero Garret fue elegido para acompañarlos. El viaje duró tres semanas, para entonces, Serena ya tenía tres meses de embarazo y comenzaba a notarse.