La lluvia no cesaba. Golpeaba la lona con un sonido constante, ensordecedor, como si el cielo quisiera tragarse el valle entero. El barro se adhería a las botas, y los surcos de las zanjas se llenaban rápidamente de agua. Lucía terminó de dar indicaciones, la zona de excavación principal ya estaba protegida y el agua había dejado de filtrarse, solo entonces bajó y miró el espacio entre las rocas por el que Franklin había bajado. – Linternas – alzó la voz – necesitamos todas las luces en esta parte. Los obreros obedecieron, trajeron las cajas de suministros, cargaron las linternas y gracias a eso la zona se fue llenando de luz. Lucía ajustó su abrigo y bajó con cuidado. Al instante sintió una corriente helada, tan fría que le erizó la piel. El agua goteaba hacia la entrada y las linter
Escanee el código QR para descargar y leer innumerables historias gratis y libros actualizados a diario


