Capítulo Veinte

643 Palabras
—¿Pero, a que precio lo tienes?—cuestiono mirandola fijamente, Ray no la comprendía, su madre habia sufrido por el abandono de ese hombre, quien al parecer ni siquiera sabia de su existencia, ademas, él mismo sujeto que habia destrozado la vida de su madre estaba arruinando a una pequeña. La dama enfrente suyo llena de seguridad tomo sus manos y se expreso rapidamente sin delicadeza alguna—Al precio que sea—debido al abandono de su madre a tan corta edad la necesidad del cariño era algo que se veia a leguas hasta en su rostro, quizas por esto mismo a álvaro le era tan facil manipularla. .... Han pasado unos 6 años desde la primera vez que se encontraron, unos seis duros años en los que nunca dejaron de visitar el laboratorio sin falta, al inicio Ray temblaba, pero al igual que Alba, él tampoco tenia un sitio al que irse, vagar por la enorme ciudad no era algo bueno, seguramente pronto se encontraria con algun cientifico, con los tratantes de esclavos u otro tipo de personas peligrosas. Debido al miedo y al no conocer a nadie opto por quedarse, seguir las reglas del señor Álvaro no le resulto nada dificil, aunque el tener que soportar las jeringas en su piel a las 12:00 en punto fue el verdadero reto, cada que daba esa maldita hora voluntariamente se levantaban de la cama mientras se disponian a dirigirse al lugar donde llorarian hasta el cansacio. Narra Alba: No siento nada, no soy capaz de sentir el dolor, ya no puedo sentirlo, creo que estoy bien, no, estoy muy bien, no existe nada que no tenga un precio. Él y yo somos conscientes de ello, estamos sobreviviendo y teniendo la vida que queremos, somos dos personas sufriendo y aprendiendo a pagar el precio de vivir, recuerdo la primera vez que nos vimos, la manera en la que suplico quedarse, acepto cualquier condición por absurda que fue, no tenia a donde ir, somos tan iguales, entre nosotros no hay ninguna mentira. Eso es lo que quisiera decirle, sin embargo, hay una gran mentira, Álvaro lo quería retener a cualquier costo, para hacerlo quedarse tendría que mostrar que estaba de acuerdo y satisfecha con la vida que llevaba, hacerle entender que alla a fuera no iba a sobrevivir ni un miserable día. —¿Te duele?—le pregunte mirando como le inyectaban parte de mi sangre con otras sustancias, sus muecas incrementaban, sus venas se exaltaban más, lloraba a un lado mio y no podía hacer nada para ayudarle, en silencio mire cuantas dosis le pusieron, finalmente cuando se agotaron, lo dejaron tranquilo. Nego con la cabeza, con lo cual me confirmo que se encontraba bien, era nuestra señal, la unica que teniamos para comunicarnos entre nosotros, por un buen rato no pudo hablar, finalmente cuando los efectos cesaron él se hecho a reir. Fue divertido—rió entre carcajadas, su hermosa voz resono en todo el lugar, nadie más que yo podía escucharlo—hagamoslo otra vez—realmente él estaba loco. Negue ante sus palabras. ¿Que ha pasado con él chico que temia? —Si lo hacen de nuevo podrías morir—me preocupa no volver a verlo, me he acosumbrado a tenerlo cerca, no quiero que le suceda algo.—debes cuidarte. Incluso si mis palabras eran en vano, nada perdía, en verdad ya me encariñe con él, al punto en que realmente deseo que este proceso no acabe mal. Sus risas llenaron la sala del laboratorio seguido de una enorme sonrisa satisfecha—Es lo último—susurro como si esto fuera un secreto, entonces lo entendí, finalmente Álvaro habia conseguido lo que tanto deseaba, por fin habia lograo su sueño—somos iguales, desde hoy puedo alimentarme formalmente de sangre así mismo puedo darte sangre.
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