Corro hacia mi casa y llego en menos de cinco minutos. No puedo permitir que me encuentre en el festival.
Lo peor es que quiero que me vea, ¡y a la vez no! ¡Me da vergüenza por culpa de la maldita charla erótica! Ay, soy una idiota.
Estoy abriendo la puerta de casa cuando lo veo venir con el caballo a toda velocidad. No, no, no. Me tiembla la mano y no puedo embocar la llave en la cerradura. No entra, no entra. ¡Es la llave equivocada! Maldita sea, eso me pasa por tener un manojo de llaves en un solo llavero.
¡Ya bajó del caballo! Voy a morir. Logro meter la llave en la cerradura solo para comprobar que la maldita puerta ya estaba abierta. ¡La mala suerte me sigue! Entro a la casa justo cuando siento la mano de Rodrigo sobre mi brazo y le cierro la puerta en la cara.
Me tiro al piso
