Mi madre está corriendo de acá para allá mientras la miro con diversión.
—¡El mantel! ¡Los cubiertos! ¡La ensalada rusa! ¡El postre! ¡Oh, Dios! —exclama mientras va hacia todos lados. Me río y se detiene para mirarme con los brazos cruzados—. ¿No me vas a ayudar?
—Mamá... —empiezo después de tragar los cereales que estoy comiendo—. Tranquila, apenas son las ocho de la mañana. Tenés todo el día para hacer eso.
—Pero tiene que estar todo listo.
—Sí, dejame desayunar tranquila y después te ayudo. No te preocupes, tampoco es que tenés que esforzarte mucho porque somos solo nosotros cuatro, no vienen otros familiares.
—Lo sé, hija, pero quiero que todo salga perfecto para nosotros. Tu papá ya fue a buscar la carne que encargamos ayer.
—Ma, va a salir todo bien. Relax.
Me estiro mie
