31 de Enero, 2018. Muerdo mis uñas mientras espero al tal Miguel en el banco de la plaza. Según mis amigas, lo voy a reconocer fácilmente porque tiene anteojos, pero no tuvieron en cuenta que todos los malditos hombres de este lugar tienen anteojos. Miro mi celular por décima vez en cinco minutos. La cita era a las ocho, son las ocho y diez y todavía no llega. Para mí la puntualidad es muy importante y con esto ya resta puntos. Cuando levanto mi mirada, noto a un muchacho con lentes buscando algo con expresión perdida. Me ve, se acerca a mí y carraspea la garganta. —¿Olivia? —interroga con tono nervioso. —Esa misma —respondo con una sonrisa—. ¿Vos sos Miguel? —El que viste y calza. Lo miro disimuladamente con atención. Detrás de los anteojos culobotella que tiene esconde unos ojos