Entro a mi pastelería a paso rápido, evitando tocar los cuerpos sudorosos de las personas. Me dirijo al baño y me encierro ahí mientras me limpio rápidamente todo lugar que se vio mojado por el vómito de Kevin. Por suerte siempre traigo un cambio de ropa, así que cambio mi vestido floreado por un short de jean y una camisa blanca. Me miro al espejo. Mis ojos están rojos por el llanto de bronca que estoy intentando retener. Nunca me sentí tan humillada en mi vida, ni siquiera cuando el nerd del curso me rechazó me sentí tan mal. De tan solo pensar en la risa histérica del idiota cuando me vomitó, las miradas divertidas de mis amigas y la pastelería llena de gente borracha se me forma un nudo en la garganta que no puedo desatar ni aunque me aclare la voz. Estoy muy enojada. Cuatro horas m