—Habiendo visto eso mi padre y yo salimos de allí, el muy orgulloso y yo muy consternado por lo que le pasaba al fénix —Elia podía sentir como se sentía Raneb ante lo que recordaba, y podía creerle porque ya había visto muchas cosas imposibles pasando una tras otra, que exista un ser inmortal era otra piedra en un mundo imposible. —Fui a mi habitación y pensé sobre ello sin poder dormir, estaba tan obsesionado con ello que en plena madrugada me dirigí otra vez a la bóveda de los tesoros... * No se qué estoy haciendo, no debería estar aquí, solo que no puedo quitarme este sentimiento que tengo en el pecho, me siento incómodo, triste, con rabia e impotencia. Cuando entró y descubro la tela que estaba sobre la jaula del fénix lo veo mirándome. —Disculpame, no puedo liberarte en ese estad