Ella le presento a todos los invitados que habían llegado a la fiesta improvisada, literalmente a todos, le dijo sus nombres, títulos, posesiones, tierras, y otros datos que Daniel no pudo retener con la vorágine de información que estaba recibiendo, además al saludar varias veces quiso darles la mano a algunos de los presentes, pero se detenía cuando hacían la venia.
Después Dalila lo jalo a la pista de baile y allí lo hizo bailar al son de la música, Daniel no sabía qué hacer, ni siquiera sabía bailar música de su tiempo, menos la de ese periodo histórico.
Así que solo se movió tratando de imitar a los que estaban cerca, se sentía muy incómodo al inicio, pero viendo como Dalila sonreía y los demás no le importaba como bailaba se relajó, aunque aún así no estaba del todo cómodo.
Esa velada estuvo lejos de haber sido una divertida para Daniel, se sentía extraño, fuera de lugar, como si todo lo que estuviera viviendo fuera una ilusión o un mal sueño, además todos y cada uno de esos nobles hablaban como el primer grupo que conoció, de forma despectiva al pueblo y con un ego desmedido.
La noche transcurrió mientras la fiesta de bienvenida seguía, y cuando todos los invitados se habían marchado el rey llamo a Daniel para conversar en una sala privada que estaba detrás de su trono, no era muy grande pero lo suficiente para que entraran unas pocas personas y estuvieran cómodas, había una estantería pequeña, un escritorio de madera tallado, y unas cuantas sillas, el lugar era bastante simple comparado con todo lo demás, pero se veía bien.
—¿Como estuvo la fiesta Daniel? —pregunto el rey mientras se sentaba en la silla de su escritorio tomando una copa para él viéndola con detenimiento.
—Bastante entretenida su majestad —Daniel mintió sin mostrar perturbación alguna, aunque si lo hubieran conocido sabrían que estaba mintiendo por la forma en que se paró, recto y con las manos en la espalda.
—Daniel no es necesario que me digas su majestad, llámame Marcus, desde hoy somos familia, y de eso quería hablarte. Al haber sacado esa espada… —el rey miro la guarnición en su cintura, se quedó mirándola por unos segundos que se volvieron incomodos, carraspeo, y prosiguió.
—Lo que quiero decir es que esa guarnición que tienes en tu posesión te da poder, con ella has adquirido mucho, te has vuelto el rey de todo Tersan para algunos —Daniel trato de decir algo alarmado por el rumbo que estaba tomando la conversación, pero el rey se le adelanto.
—Y yo soy uno de los que cree eso, pero al mismo tiempo, no puedo dejar que cualquiera tome el trono, así que me gustaría hacer un trato contigo, desde hoy serás el príncipe heredero al trono además de heredero de Wintus desde luego, te ofrezco vivir aquí, tendrás potestad de moverte con libertad, y aprenderás de los mejores profesores, si aceptas me gustaría que no hubiera ningún tipo de conflicto entre nosotros, serás un Wintuson y todo se mantendrá igual que antes, ¿qué te parece?
Daniel alzo la mano y salió un momento de la sala privada del rey, camino un rato en el salón vacío donde se había festejado la fiesta y al volver tomo una decisión.
—Acepto —le dijo Daniel al rey con una expresión seria en el rostro, él sabía que algo no estaba del todo bien, pero si rechazaba esa oferta estaría a merced de la santa sede sin ningún tipo de poder que se le oponga, así que decidió que aunque no fuera del todo convincente ese trato propuesto le sería útil.
—Excelente, debes estar cansado, un sirviente te guiara a tus aposentos, en el futuro tendremos más oportunidades de conversar, así que no te preocupes si tenías cosas que decirme, luego me las dirás sin ningún problema, fue un gusto hablar contigo.
Habiendo dicho esto el rey levanto una campanilla que estaba a un extremo de su escritorio y la hizo sonar, un hombre mayor entro a la sala privada después de un rato, este se inclinó y luego el rey llamándolo a que se acercara le explico que hacer.
El sirviente salió de la sala privada del rey no sin antes tocar a Daniel en el brazo y hacer un gesto con la cabeza como señal para que lo siguiera, él lo siguió, y en todo el camino se la paso pensando qué diablos había pasado, creía que la reacción del rey, su trato, y lo que había hecho hasta ese momento eran acciones muy raras y lo dejaban desconcertado, el miedo embargo su cuerpo, pero respiro profundo en todo el camino hacia su habitación para relajarse, esto funciono justo cuando estaban a punto de llegar a su destino.
—«Aceptar a un extraño a su familia, nombrarlo heredero al trono, y darle todas las felicidades no son actos coherentes, a menos que tenga motivos ocultos que no estoy viendo, pero ¿por qué lo hace?»
Daniel seguía en sus pensamientos cuando por fin llegaron a su cuarto, agradeció al anciano y al entrar se encontró con una mujer desnuda en su cama, esto dejo su mente en blanco, no supo cómo reaccionar, y por consiguiente se quedó paralizado.
—Hola héroe, ¿por qué no vienes a pasar un buen rato? —la mujer que yacía en la cama hablaba con mucha sensualidad, además era una mujer voluptuosa, con grandes senos y caderas, sus largos cabellos negros estaban extendidos en la cama como manto que la cubría y sus manos tocaban su cuerpo para atraer más a Daniel.
Ella miraba a Daniel con una sonrisa algo perversa invitándolo a ir con ella mientras se tocaba los senos y con la otra mano bajaba a su entrepierna, la única reacción posible para él fue salir de la habitación tras unos segundos de ver eso y cerrar la puerta al hacerlo con algo de brusquedad.
No es que el no tuviera deseos sexuales, no le atrajera la mujer en su caman, o se sintiera asustado de la situación —aunque un poco si —, sino que sabía que en esa era no había protección, pensaba que podría dejarla embarazada, también no sabía que podría contraer teniendo sexo en el pasado.
Todo eso lo pensó en muy poco tiempo, aun teniendo tanto en su cabeza su pene estaba erecto por la excitación y su corazón latía como caballo desbocado. Vio que el sirviente de edad avanzada que lo había llevado allí estaba por perderse en un pasillo y su adormecimiento se fue de golpe, el corrió lo más rápido que pudo hacia el sirviente gritando.
—¡Señor, espere un momento! —el anciano se paró y vio extrañado a Daniel—, ¿podría darme otra habitación por favor? Esta ya está ocupada —el sirviente se quedó mudo y mostraba una cara de sorpresa, pero a pesar de ello no dijo nada y guio a Daniel a otra habitación.
Ya en esa nueva habitación Daniel se echó en la cama, y se dio cuenta que era una mejor que la que tenía en la catedral, pero a pesar de ello no pudo dormir por la locura que fue ese día.
No era suficiente con que hubiera sido raptado y llevado al pasado, sino que también se había vuelto el heredero de un héroe legendario, príncipe heredero de una nación, ¿y persona con habilidades especiales?
Para Daniel eso aún estaba por confirmar, aunque lo hubiera visto y sentido, pero de lo que si estaba seguro es que en solo unos días su vida había dado un giro tan radical que explicarla con que fue de ciento ochenta grados seria ser simplista, y lo que le había pasado genero una duda en él.
—«Jamás escuche que existiera un heredero de Wintus, ¿he cambiado la historia? ¿qué implica lo que ha pasado aquí? Si es que vuelvo a mi tiempo ¿el efecto mariposa hará que todo sea diferente? ¿me volví una paradoja?» —con estos y más pensamientos Daniel se quedó dormido en el palacio real de Miraci.