Tierra de Dragones parte 1

1673 Palabras
Amelia despertó en un cuarto oscuro echada en una cama muy cómoda, le tomo unos segundos asimilar que estaba pasando y recordar que era lo último que había hecho, se agito un poco al recordar a la bestia que había visto, aun así se obligó a calmarse. Habiéndose calmado se tocó el cuerpo y al hacerlo se dio cuenta que estaba con una ropa diferente a la que recordaba, se agito pensando que podrían haberla violado, pero solo la habían dejado ahí sin más, no sentía ningún malestar ni molestia, tampoco estaba amarrada ni tenía algo que impidiera su movilidad, así que se calmó un poco. Amelia se levantó de la cama y observo el cuarto en el que estaba, las paredes eran de roca pulida, tenían dibujos en las paredes, parecían de niños, había varios listones de madera que iban a varias partes de cuarto incluida el techo, también de inmediato se dio cuenta que estaba sola, no lo pensó mucho más y se dirigió a la puerta para salir de ese lugar. Al pasar el umbral de la puerta vio en una sala al hombre viejo que le había rescatado, estaba sentado en lo que parecía una silla amoblada bebiendo algo, el volteo a verla apenas salió de la habitación. —Buenos días jovencita, no tuve la oportunidad de presentarme ni de preguntarte tu nombre, mi nombre es Ruper Nancer, y por si te preguntas si yo te cambie no fue así, mi esposa lo hizo, solo que no está aquí en este momento ¿Cómo te llamas? —pregunto Ruper a Amelia mientras tomaba un sorbo de lo que estaba bebiendo que Amelia suponía estaba caliente porque de la tasa salía humo. —Me llaman Amelia señor, ¿esa cosa era real? —replico Amelia apenas recordando lo que había visto antes de desmayarse. —¿Te refieres a Luff?, ¿Mi dragón?, claro que era real jovencita, además él te trajo, no le digas cosa por favor es un ser vivo pensante como tu o como yo, además muy amigable —decía Ruper con una sonrisa por la expresión de Amelia. —¿Un dragón?, los dragones no existen —replico Amelia incrédula pensando que estaban jugando con ella, y que lo que vio fue una alucinación, más bien, queriendo que lo que vio fuera una alucinación. —¿Qué no?, bueno Amelia, sería bueno que salgas al exterior para que veas Algahra nuestro pueblo y lo averigües por ti misma —replico Ruper a Amelia mientras sonreía de forma sarcástica y bebía otro sorbo de su bebida caliente. Amelia aun de pie fue hacia lo que parecía una salida, pero Ruper carraspeo dando a entender que no era por ahí, ella volteo a verlo y este movió la mano indicando la salida, ella salió de la casa y vio desde la cima de la montaña en la que se encontraba el pueblo de Algahra. El pueblo era casi como si estuviera incrustado en la montaña, con varios niveles conectados por grandes escaleras de piedra, y cerca del pueblo había varios dragones de todos los tamaños, pequeños que andaban con niños, medianos que iban con los mayores, y grandes que estaban algo alejados del pueblo, esto dejo asombrado a Amelia. —¿Y Amelia?, ¿aun crees que los dragones no existen? —pregunto Ruper a Amelia de forma sarcástica, riendo por la sorpresa de esta. —Esto es impresionante, ¿Cómo es posible que nadie sepa lo que hay aquí?, nunca he leído pruebas de la existencia de estos seres —decía Amelia emocionada, cosa extraña ya que ella siempre mantenía la compostura. —Bueno, la historia es un poco larga, ¿te gustaría escucharla? —dijo Ruper tocándose la barba y haciéndose el interesante. —Si por favor —respondió Amelia con expectación y curiosidad. —Está bien jovencita, la historia comienza así —dijo Ruper, que había cambiado su voz para dramatizar la historia. —“Hace mucho mucho mucho tiempo los dragones abundaban en este mundo, dominándolo con su extrema fuerza, eran seres poderosos y dignos que volaban libremente por los cielos sin que nadie pudiera hacerles frente. Además algunos eran muy inteligentes, tanto que se comparaban a los más sabios humanos que recuerdo, llegaron mucho antes que los humanos, además algunos dragones ayudaron a los humanos en sus inicios. Un punto clave en la historia es que los dragones se reproducen ellos mismos, no necesitan de hembras para sacar huevos, pero luego de algún tiempo en lo que para nosotros hubiera sido una eternidad algo paso, los dragones daban huevos, pero ya no salían dragones de ellos, poco a poco fueron desapareciendo. Muchos de los dragones ya viejos y debilitados fueron cazados por humanos por sus preciosas escamas, los cazaban mientras dormían o ya heridos sino no hubieran podido ni acercarse, otros murieron solo por vejes. El ultimo dragón que quedaba fue con un humano de buen corazón, le hablo de mente a mente, le enseño a manejar la energía de su vida, y le pidió que imprimara algo de su alma al huevo que el había engendrado con un cristal especial. El humano canalizo parte de su alma al huevo como le había enseñado el dragon, y gracias a esto nació un bebe dragón, pero al hacerlo el dragón y el humano se conectaron por llevar parte de él, así se creó el primer maestro dragón. El ultimo dragón le enseño al humano como criar al bebe dragón, pero transcurrido el tiempo, el dragón se dio cuenta de que había un cambio significativo en el recién nacido, los dragones siempre nacían parecidos, no había mucho cambio, pero con el alma del humano partida, el dragón cambio lo suficiente para casi llamarse otra especie, era azul, con escamas más largas y esbeltas, además de que el dragón parecía más delgado de lo normal. El ultimo dragón se dio cuenta que los humanos influirían en el recién nacido más de lo que él hubiera pensado, además se dio cuenta que si le pasaba algo al humano, los dos sufrían. Aun conociendo eso pensó que si los dragones debían sobrevivir, ese era el precio a pagar, el dragón llevo al humano y al bebe dragón a una gran isla, lugar que luego se volvería la aldea Algahra. Les dijo que allí tendrían lo necesario para vivir, y les dio varios huevos de dragón, le dijo al humano que buscara a más humanos de buen corazón y les enseñara, que proteja a los dragones y ellos los protegerán, y así busco, después de unos largos años, creo este pueblo, de eso ya mil ochocientos noventaisiete años”. —¿Qué te pareció la historia Amelia? —pregunto Ruper habiendo terminado la historia mientras observaba la aldea que estaba debajo. —Impresionante y algo fantasiosa, pero viendo estos dragones ahora me lo creo todo, pero ¿era usted ese hombre? —decía Amelia con duda a Ruper. —No, ¿Cuántos años crees que tengo?, solo tengo 423 años —decía Ruper en son de burla a Amelia. —¿Cómo es eso posible? —pregunto Amelia a Ruper poniendo los ojos como platos. —Los dragones mi niña, ¿no lo pudiste deducir? —dijo Ruper con ironía a Amelia, cosa que no gusto a Amelia, ya que ella creía ser muy inteligente. —Eso ya lo sé, pero quisiera saber más detalles —dijo Amelia a Ruper mintiendo sobre que ya lo sabía. —Los dragones originales vivían muchos años de base mi niña, la media de vida de un dragón son 400 años como mínimo, hay dragones más longevos, como estamos conectados al dragón por darle vida, nos suministra poder y energía, haciendo que vivamos mucho más que un humano normal, además nos dan otras cosas aparte de una vida longeva, pero dejémonos de charlas, ven, te presentare al pueblo —dijo Ruper llevando a Amelia al pueblo que estaba abajo, caminando por las escaleras de piedra y los caminos de césped mullidos. Ruper reunió a todos los que estaban cerca y hablo con grandilocuencia. —Hola amigos, les presento a Amelia, su barco naufrago cerca de la isla, yo supongo que una sirena la pudo haber salvado, ya saben cómo son algunas, se quedara aquí un tiempo hasta que pueda irse, todos trátenla con amabilidad —decía Ruper a todo el pueblo Algahra, al menos todos los presentes. Varias personas saludaron a Amelia y se presentaron ante ella, claro, ellos y sus dragones, o al menos los que estaban ahí, había diferentes tipos de dragones, blancos, rojos, verdes, de zafiro, esmeralda, cristal, etc. Todos fueron amables con ella, pero en lo único que pensaba Amelia era que, si estos seres existían en esa época, ¿Por qué no había ninguno en su tiempo? —¿Qué te parece nuestro pueblo Amelia? —pregunto Ruper a Amelia escondiendo su expectación. —Uno interesante, pero tengo una duda, ¿Por qué no se conoce este lugar? —decía Amelia a Ruper que vio como su expresión cambiaba. —Esta isla, la mantenemos oculta con algo que prefiero no revelar, solo se puede llegar con ayuda de las sirenas debajo del agua, o si tienes mucha suerte sobre el mar, hasta ahora solo sé que dos personas han podido llegar aquí, un mago de inscripciones mágicas y tú, y no te preocupes, si quieres irte, eres libre de hacerlo, te ayudaremos —dijo Ruper a Amelia con mucha amabilidad y seriedad. —Sirenas eh… ¿Cómo es eso posible? —decía Amelia más interesada en como las sirenas podían entrar y otros no. En ese momento, se escuchó una conmoción, un Dragón había llegado hace unos momentos, pero no era por esto la conmoción. —¿Qué pasa? —dicen varias personas al mismo tiempo, entre ellas Ruper y Amelia. —Parece que otra persona ha llegado a la isla —decía un aldeano a todo el mundo. La persona que llego fue el príncipe Garrick.
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