—¡Que dijiste! —frunce el ceño molesta por mi respuesta —¡Como te atreves!…
— Querida, déjame darte la noticia personalmente. Solo es una gastritis y viviré por muchos, muchos años con Abel, aunque las perras se revuelquen en sus guaridas.
—¡Como te atreves!...
El hermano de Abel aparece y nos mira fijamente y ella comienza a decirle que la ofendí.
—¿Perdón?, pero no comprendo, ¿Cómo te ofendi?. Lo único que dije es que mi enfermedad es solo una gastritis y que viviré por muchos, muchos años con Abel, aunque las perras se revuelquen en sus guaridas. —hago un gesto de sorpresa. —Ups, perdón, no sabia eso.
Siento que desfallezco, pero él me sujeta con firmeza.
—Por eso estas gorda. —escupe con rabia y claro que me afectó —Ya me imagino como te pondrás si tienes otro.
Me solté de su agarre cabreada, cerca de su cara le sonrío haciéndola enfadar pero aun falta la cereza al pastel.
—Si, tienes razón, pero él prefirió a esta gorda y no a un cuerpo “perfecto” y es eso lo que te duele, ¿no? —puedo ver que se contiene por explotar —Y con este cuerpo, lo hago feliz, pronuncia mi nombre cuando estamos haciéndolo. Tendremos muchos, muchos hijos, algo que jamás podrás hacer tú, Isabel.
Al estar a punto de caerme Abel me sostuvo y me cargó en sus brazos y dijo que era suficiente porque no era bueno para mi salud así que me llevó de inmediato a la cama.
—Increíble que hasta tu cuñada te quiere follar.
Me acomodo en la cama al sentir frío por la fiebre.
—Isabel siempre fue así de fácil. Por eso nunca llamó mi atención, creyó que casandose con mi hermano me daría celos, pero nunca la vi de esa forma. —me mira y sonríe —¿Cómo te diste cuenta?
—Una mujer siempre desea hombres ajenos y claro se podía ver claramente que muere por tener sexo contigo.
La puerta se abró de golpe y vi a mi hija angustiada, al verme corre hacia a mi y me abraza.
—Te busqué por todos lados.
—Estaba hablando con Abel mientras dormias porque así como tú, él también creía que era su culpa. Pero recalco, no es de nadie la culpa, si no mia.
—Pero —dicen ambos al mismo tiempo.
—¡Carajo!, que es mi culpa dije y así queda este asunto.
Baja su cabeza cuando voltea verlo.
—L–Lo siento. —murmura —Y… no te odio. Estaba enfadada por eso dije… eso.
—Lo sé, también me volví loco cuando me mencionaste el cancer. No queria perderla, por eso me aseguré de que le hicieran todos los exámenes para descartar cualquier enfermedad.
Lo mira atónita y pronuncia un que, nos mira a ambos confundida y pregunta que estaba pasando. Abel cierra la puerta con seguro.
—¿Mamá, que pasa?
—Lo que pasa es que me di cuenta que tu madre es mas importante para mi de lo que imaginé, y no quiero que ninguna de las dos se vaya de mi lado, ¿Qué dices, quieren quedarse conmigo como mi hija y esposa de verdad?
Mi hija se inclina para mirarme y me rio porque se que lo desea también asi que salta de alegría diciendo que si y lo abraza con tanto entusiasmo que casi lo ahoga al abrazarlo.
—¡Si, si, si! —deja de brincar —Oh, llamaré a mis amigas y les diré que ya mi papá no me enviará a un internado en el extranjero.
Salió despavorida de la habitación dejando la puerta abierta, y nosotros pensando en la mentira que nos acaba de decir que les habia dicho a no se que amigas.
—¿Dijo internado verdad? —muevo mi cabeza en afirmación —No puede ser… ojalá no me consideren un mal padre por eso..
Escucharlo llamarse padre de mi hija me conmovió el corazón en verdad, jamás supe que él se sentía así y que podría sentir ese tipo de sentimiento por mi, juraba que era por sexo no por una relación como esta.
Entré al baño para darme un baño caliente, puede que esté enferma, pero tampoco es que estaré apestando, mientras siento el agua de la regadera caer sobre mi cabeza sonrío emocionada como una niña, no pensé que un hombre como él fuera a fijarse en una mujer como yo. Nunca se me pasó por la cabeza la idea de que fuera más que una atracción.
Me encontraba tan sumergida en mis pensamientos que no sentí que alguien había entrado hasta que sentí unas manos tomarme de la cintura, al voltear me encontré con sus ojos color ambar, estaba vestido y le dije que podría mojar su atuendo para el trabajo, pero como siempre parece no escucharme.
—¿Crees que eso me importa ahora?
—¿Eh?
No recordaba que estaba desnuda hasta que sentí sus manos acariciar mi piel mojada, mi piel se eriza y busqué cualquier pretexto para alejarlo, pero parecía poseído porque me miraba fijamente mientras sonríe de lado con perversión.
—No haré nada que tu no quieras. —me roba un beso —Tienes mi palabra.
—Es injusto que lo digas a estas alturas. —murmuro excitada al sentir como sus labios se deslizan por mi piel de mi cuello hasta abajo. —Abel….
—¿Mmm…?
—¿Estas seguro de esto?...
—Tú eres la única que esta dudando ahora mismo. No yo.
Tiene razón, trabajé por muchos para él y de algo puedo estar segura, él, jamás duda cuando toma su decisión, siempre sabe lo que quiere, al contrario de mi que siempre dudo de mis decisiones en todos los aspectos.
No quería dudar, pero lo hago porque solo hubo un hombre en mi vida y fue el idiota que me dio a Violet. Pero esta vez no quiero dudar, pero temo que pase lo mismo que cuando me embarazaron por primera vez.
—No te preocupes, me hice la vasectomía.
—¿Qué?
—Si te preocupa un embarazo, me hice la vasectomía, no podré embarazarte. O es otra cosa lo que te molesta.
—Al diablo.
Lo tome de su traje para adueñarme de sus labios al besarlo, se apoya con sus manos de la pared y sonríe, comienza a desvestirse desesperadamente, toma una de mis piernas y luego la otra cargándome, sigue el beso pero baja haciéndome enarcar mi espalda y sonreír porque es la primera vez que me sentía tan deseada.
Oculta su rostro en mi cuello al entrar por completo, saboreo su piel con mis labios y siento la fragancia cara de su colonia, era maravillosamente exquisita, me aferro a él al sentir que me dolió, nerviosa me disculpo y le digo que solo estuve una vez con alguien y fue con el bastardo que me embarazó.
—Bueno… eso lo hace todavía más fascinante, así podré enseñarte muchas cosas de las que no podrás imaginarlas