CAPITULO 23

1676 Palabras
Siendo sincera… no pude dormir, aun no creía que en verdad había pasado lo nuestro. Nos llegó la tarde y él claro que durmió todo el tiempo, ni siquiera se percató de que solo estaba fingiendo dormir para que no me viera a la cara. Si. En el sexo soy de esta forma porque muchas preguntas abundan mi cabeza y más después de mi primera vez en la que terminé embarazada. Pero como lo dijo él, esto era diferente, estamos casados, legalmente ¿cierto? Y falta medio año para que el “contrato termine” pero cuando llegue el tiempo… supongo que es decisión de cada uno si queremos que esto termine, pero… ayer hablamos y bueno, digo que eso no va pasar, creo. Fue la mejor mañana que pude tener en toda mi vida y fue raro ya que parecía como si en verdad fuéramos marido y mujer y que no ha sido la primera vez que lo hacemos. La pasión y el deseo que habia entre nosotros aun los siento en mi piel y me hace reír ya que jamás pensé que Abel y yo podríamos llegar a esto o que él... “El siempre me quiso” Como no soy una experta en el tema, creo que fue por eso que nunca lo vi venir, o nunca lo imaginé. —Sé que estas despierta —lo escucho murmurar —Si me miras de esa forma harás que me excite. —¡Estas loco! —dije avergonzada —Estoy enferma y ya no puedo más. —Mmm… supongo que tienes razón. Se acomoda boca abajo sin dejar de mirarme hasta que se voltea y me invita a descansar sobre su pecho. Me acomodé y pude escuchar los latidos de su corazón, eran tan calmados como su forma de ser pero fuertes como su carácter. Anhelaba la paz y creía que mi hija era la paz que necesitaba, pero ahora, me doy cuenta que también puede estar cuando encuentras a alguien que te quiere. —Abel… esto… —No sigas pensando en eso. —me abraza —Pude ser un maldito bastardo cuando no era casado, pero ahora es diferente. Eres mi esposa por lo que serás a la única que yo toque, no habrá mas mujeres, eso lo puedes tener seguro. —No mientas, antes de esto… tu ya estuviste con tu secretaria por la que me despediste, por cierto. —Te equivocas. Nunca he tenido sexo con ella. Pensaba en eso antes, pero ahora ya no lo creo. Además, como podría hacerlo si estas a mi lado todo el tiempo en la oficina. —eleva ambas cejas haciéndome reír. Me mira y suspira mientras acaricia cerca de mis labios —Amo que sonrías para mi como lo haces ahora. —Abel… —cuando habla del pasado me hace recordar que casi lo mato en la oficina. —Perdóname por quererte matar cuando me despediste, aunque te lo merecias. —Aahh… eso. —hace memoria —Y tengo que admitir que ese día si me diste un buen susto, no creía que tuvieras tanta fuerza. —Bueno, tenia mucho estrés y estaba asustada porque me acusabas de algo que no era mi culpa. Me mira, toma mi mano y deja beso largo sobre mis nudillos y se disculpa por ello, pero dice que ese día me vio conversando con uno sub gerente de marketing y eso le dio coraje porque parecía que estábamos coqueteando algo que claro jamás pasó. Recuerdo que él se acerco para invitarme a una reunión de empleados, pero desistí en ir porque quería pasar tiempo con mi hija pero que al final ni siquiera pude hacer porque una compañera de trabajo me preguntó si podía cubrirla mientras ella iba a la reunión y como eran horas extras terminé trabajando hasta tarde. —De ahora en adelante solo trabajaras hasta las cinco de la tarde. Pero solo volverás hasta que te recuperes. —Puedo hacerlo desde aquí. El levanta el dedo negándose y recordándome que debo cuidar mi salud de ahora en adelante. Asi que tuve que aceptar sus condiciones. Pasaron los días y desde que lo hicimos el llegaba tarde a la casa por el trabajo ya que no estaba yo para ayudarlo asi que debía trabajar hasta tarde para terminar todo y no dejar ningún pendiente, incluso me hacia videollamada mientras lo hacia y claro que me sentía mas tranquila al saber que estaba solo y no con esa secretaria que por supuesto se le debe de estar insinuando cada vez que tiene la oportunidad. Lo observo vestirse y sonrío porque se veía apuesto, no se desde cuando se veía tan atractivo para mi, pero así lo veo ahora. Era miércoles por la tarde asi que después de su reunión volvería temprano. —Mmm… sabes de que se me antoja. —murmura cerca de mis labios. —No lo sé. Tú dime. —De ti otra vez. —su sonrisa es perversa —No sabes lo mucho que me contengo para volver a repetirlo. —Podemos ahora pero llegaras tarde a la reunión. —¿Enserio puedo? Muevo mis ojos sonriendo y afirmo con un si y el comienza a desvestirse haciéndome reír porque lo decía en broma porque llegaría tarde, pero la manda al diablo la reunión y me tumba sobre la cama cayendo sobre mi. —Oye… —me rio —Sabes que es importante. Murmuro mientras me besa. Es imposible negarse porque era genial lo que me hacía sentir, asegura que seria rápido, pero ambos sabemos que no será así. —Señor Abel. —una empleada toca la puerta cuando estábamos a punto de quitarnos la ropa —Su madre los espera para tomar el té en el jardín. —Veo que mi madre esta pendiente de todo, incluso cuando quiero estar contigo. Tuvimos que ir con ella a tomar el té, según por lo que me dijo Abel, ella no toma té con nadie, siempre quiere su espacio durante ese tiempo por lo que le extraña que quiera que la acompañemos. Con su ayuda pude llegar al jardín. Ella se encontraba escuchando la lectura de su dama de compañía quien se detuvo cuando nos vio llegar. Le pide que se retire y nos dejen a solas. —Supongo que es importante lo que nos tienes que decir para que nos hayas invitado a tu espacio personal. —Al principio me dije a mi misma que era una artimaña tuya para quedarte con todo. Siempre fuiste ambicioso y claro que no dejarías que tu hermano se quedara a cargo de la familia y por eso buscaste a esta mujer para fingir un matrimonio, pero comencé a dudar al ver a la niña con los mismo ojos que tu padre. No quería usar mi espacio pero me vi obligada a hacerlo. —¿Obligada? —Pasé en la mañana a su habitación el viernes pero sus gemidos me indicaron que no era un buen momento. Me tapo la boca avergonzada y me disculpo con ella, pero él le dice que debió esperar a que saliéramos. —Lo que me sorprende es que se pudiera escuchar a través de las puertas a prueba de ruido. —Aprueba de ruido —repito avergonzada —Ay señora!!… yo… —Mamá deja de avergonzarla mas. —pide él al ver mi cara roja —Ve al grano por favor. —De acuerdo. Si están aquí, es porque quiero decirles que espero pronto el segundo nieto. —Sabes que es imposible madre. —Claro que no. —ella le da un sobre a Abel. —Sabia que cometerías una estupidez, algo que no iba a permitir, por eso le di una buena suma de dinero al médico que te haría la vasectomía. —Madre!!…. —dice en advertencia. —Pensabas solo en ti mismo y no en la familia hijo, que el linaje siga en esta familia, depende de los varones, adoro a Violet, pero cuando ella se case, perderá el apellido de esta familia, por esa razón es esencial que den a luz a mas hijos y con la bendición del creador esperamos que sean varones. Mi alma abandona mi cuerpo y lo miro a la cara porque lo hicimos sin protección. Abel trata de contradecir lo que dice diciéndole que era una mentira porque hasta ahora no habia embarazado a ninguna mujer. —El poder del dinero doblega hasta las niñas más ricas. —alardea con una sonrisa —Tu madre siempre estará un pie delante de todos, Abel. —¡Abel..! —dije con pánico —Esa noche… tu y yo … —Espero que seas muy fértil querida, si lo eres, con lo de ese día será mas que suficiente para que puedas embarazarte nuevamente. Con mi alma en mis manos me levanto y me disculpo con ella para retirarme, volví como pude a la casa y me senté sobre la cama sin salir de mi shock. No me di cuenta en que momento él había entrado y trato de hacerme volver a la realidad pero no podía. —Vamos, es imposible que pase, además tu te cuidas. —Abel —sonrío forzosamente elevando una ceja —Como porque me cuidaría... ¡ya olvidaste idiota que te dije que no he estado con nadie en mi vida aparte del padre de Violet que fue una maldita vez!. —¡Mierda, mierda! —pasa su mano por su cabello y voltea a verme —¡Qué, en una vez te embarazaste de Violet!. Comienzo a llorar sin consuelo, no quiero otro bebé, no quiero porque mi situación ahora es inestable, no sabemos si lo nuestro va funcionar y si no funciona, se firma el divorcio y si eso pasa yo quedo clavada con dos hijos que mantener. —¡Noo! Dios por favor no me hagas esto. —Espera… y las supuestas pastillas del día después. —Abel, no funcionan si pasaron cuatro o cinco días. —¡Mierda, no puedo creer que mi madre me haya hecho esto!.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR