CAPITULO 24

1276 Palabras
Apenas comenzamos a entendernos en esta relación que al principio comenzó como una farsa, y claro que eso me hizo ver que no todo infierno es tan malo como se ve, al principio claro. Porque jamás pensé que Abel al que todos conocemos por ser un hombre de sangre fría y sobre todo arrogante, pudiera tener sentimientos parecidos al amor y menos por alguien tan común como yo y lo digo porque no soy una modelo hermosa con una gran reputación, o una mujer proveniente de una familia multimillonaria. Simplemente fui su empleada por varios años a la que hizo de su vida laboral un maldito infierno, ahora estoy aquí dentro de su familia, los Vlarios que al principio fingía ser su esposa mas ahora…. “aunque la verdad no sé que es lo que soy ahora” Legalmente soy su esposa, pero él jamás lo vio así y eso me lo dejó en claro el primer día en que pisé esta casa así que no puedo decir en palabras lo que somos. —Estoy lista mamá. —observo a mi hija con su uniforme impecable —¿Te pasa algo mamí? —No. —le doy una sonrisa mientras tomo su mano —Anda, hay que darnos prisa o Abel se puede convertir en ogro para venir por nosotras. —Supongo que tienes razón. —me río saliendo deprisa. Desde lo que pasó con su madre no hemos hablado mas del tema o bueno, yo no he querido hablar del tema porque siempre termino molesta o evadiéndolo pues la verdad si que me molestó el hecho de que su madre se metiera en nuestra intimidad porque asi lo vi yo Fui franca con él que eso no es de mi agrado, no me gusta vivir rodeada de toda su familia porque en poco tiempo pude ver que todos viven en constantes guerras familiares, nadie vive en paz y eso no es lo que yo quiero. —Si no hay tráfico, estaremos diez minutos; justo antes de lo hora de la reunión de padres. Aunque tengo que admitir que Abel en verdad se esta tomando enserio su rol como el padre de Violet, siempre quiere dar la mejor impresión del padre perfecto y amoroso esposo. Tal como lo dijo él, llegamos diez minutos antes a la academia King´s, estaba emocionada porque creí que seriamos los primeros en llegar pero me quedé congelada al ver que había una enorme cantidad de padres de los estudiantes de esta academia, puedo decir que al menos se encontraban la mitad de los padres de los niños que estudian en la preparatoria Crei que mi hija estaría nerviosa pero no, la única que se veía nerviosa era yo. —¡Violet! Escucho que alguien llamó a mi hija y ella muy emocionada corrió y fue a saludar a una niña que venia con sus padres. Su padre como es de esperarse es un hombre mas mayor que Abel pero se veía pulcro y apuesto y su esposa… “Maldición, es demasiado hermosa. Es enserio que todas las mujeres de la alta sociedad se mantienen en forma” —Esto no me lo esperaba. —¿Qué cosa? —pregunto al escuchar Abel hablar —Violet es amiga de la hija de los Reyes. —¿Acaso no son los mismos que quisieron demandarte por acoso? —Asi que estabas al tanto de eso —me mira con una expresión traviesa —Es bueno saber que no era el único interesado. —No digas tonterías —murmuro con sin importancia, pero siempre me mira de esa forma traviesa —No exageres por dios; Todos en la empresa supimos del incidente, fue el pan de todos los empleados por un largo tiempo. —No te creo. Pude ver que por la forma en que mantenía su sonrisa era señal de que no me creía lo que estaba diciendo y en si, una parte era cierta pero en realidad estuve al tanto de su situación porque no quería quedar desempleada cuando empezaba a trabajar. Cuando tenia un mes como su secretaria hubo un incidente donde la hermana del señor Reyes lo señaló como acosador e incluso dijo que intentó abusar de ella, al final, de alguna forma lograron resolver el asunto solo que nadie supo como lo hicieron o en que términos llegaron. —Abel Vlarios —dijo el hombre acercándose a nosotros —Hace años que no nos vemos. —Si —el tono en que Abel le respondió es como si aun le molestara lo ocurrido en el pasado. —Desde que quisiste demandarme. —Es cosa vieja del pasado. —se muestra amigable con él —Todos lo superamos ¿no? —Claro. —responde tajante Como siempre es tajante con los que él considera que son sus enemigos. —Vamos, no puedes querer que seamos enemigos aun —dijo el señor reyes de forma divertida —Y mas ahora que nuestras hijas son muy amigas. —Amor —tomo su mano para que me mire —Su esposa tiene razón, no podemos enemistarnos si nuestras hijas se llevan tan bien. Siento que pone su otra mano sobre la mia y no de una forma cariñosa si no como una advertencia asi que le di un peñisco para que me mirara a la cara y que respondiera con un “tienes razón cariño” fue tan tenso que me disgustó estar con ellos asi que preferí acompañar a las niñas. Era la primera vez para ambos que nos encontrábamos en una reunión de esta academia y me molestó que se comportara de esa forma por algo que ya es cosa del pasado. —No puedo creer que aun sea un idiota de primera, dios. —murmuro con disgusto —Pero ya verás Abel… —Disculpa. —la mujer del señor Reyes se posiciona a mi lado —Tu hija es muy hermosa. Puedo notar que observa a mi hija con demasía —Eso nos dicen muchos. Fuerzo una sonrisa porque me incomoda estar con mujeres tan aparentemente perfectas. —Por la edad de tu hija puedo imaginar que tenia un año cuando pasó el incidente con mi cuñada. Cierto, mi hija tenia un año cuando eso sucedió. —Para mi el pasado es lo de menos pero al parecer para él aun sigue molestando su presente y es un fastidio. —Bueno, por el comportamiento de esa vez, aunque no lo demostrara se veía molesto y lo entiendo, conozco a mi cuñada y sé que fue ella quien lo buscó a él y no como dice ella que abusó sexualmente. La realidad es que no sé mucho de eso porque no hemos estado mucho tiempo como una pareja para hablar de ese tema además, si él lo hubiera querido, me lo habría dicho también ¿no?. —Cuando tu hija dijo que su padre era Abel, mi esposo quedó en shock, hubieras visto su cara de espanto. —se rie —No podía creer que el hombre al que consideraba el violador de su “amada hermana” tuviera una hija de la misma edad que la nuestra. Soy una mujer de pocas palabras con personas que no conozco, pero ella de alguna forma logró que yo le siguiera la conversación hasta que Abel apareció a mi otro costado, tomó mi mano y dejó un beso sobre mis nudillos y se disculpó por su comportamiento de antes, pero yo solo lo ignoré y fingí que no existía para mi, pero al mirarlo de reojo me di cuenta de que tenía algo rosa en el cuello de su camisa blanca.
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