CAPITULO 36

1336 Palabras
Carter y yo nos quedamos petrificados cuando vimos a Isabel sin cejas. Le susurro a mi hija preguntándole lo que habia hecho. Isabel al ver a su esposo corre como una niña lo abraza llorando. —Mira lo que me hizo esa mocosa amor. —solloza. —Me… dejó sin cejas Carter entra con ella sin dejar de abrazarla. Cuando se alejan lo suficiente miro a mi hija de forma severa pero ella dice que tiene justificada su acción. Una de las empleadas nos dice que la madre de Abel nos ordena entrar, entramos y lo que veo es que sus propios hijos se rien de su madre. —Violet, —puedo notar que la señora trata de no reírse. —Tu comportamiento es fuera de lugar, ¿Por qué le hiciste eso a… —contiene su risa —Isabel. —Abuela, en la escuela, un bravucon me quitó mi malteada, y luego el se hizo en sus pantalones después de bebérselo, le dio una diarrea que tuvieron que hospitalizarlo. Ella quiso matarme una vez al empujarme a la pscicina. Ella es la única responsable de eso. Me quedé helada. Iba a reclamarle pero la madre de Abel me detuvo. —Niños —dijo ella viéndolos. —¿Estan seguros que no fueron ustedes? —Abuela, ya le dijimos a Violet que no lo hicimos. Creenos, después del jalon de cabello que nos dio ella, no somos tontos como para meternos con una niña tan peligrosa como ella. Los niños se defienden y puedo darme cuenta que son sinceros. La mujer llora sin consuelo brazos de su marido, por la forma en que lo hace puedo ver que ella no fue. El resonar de unos tacones me hacen voltear y ver a la pelirroja. Frunzo el seño ya que habia olvidado que ella estaba aquí. Me mira y suelta una risa que me alerto de ella. Iba de salida asi que la detuve al jalarla de su coleta hacia atrás, cae sentada y la madre de Abel me reprende por mi comportamiento pero la ignoro y sujeto su cabello con firmeza. —Fuiste tú. —¡Que, de que hablas!... ¡Sueltame gorda!... La hago gritar rabiosa y al pensar en lo que pudo pasarle a mi hija le suelto la primera cachetada. —Esa fue solo la primera, continuaré golpeando tu perfecto rostro hasta que me digas la verdad. —¡Te vas a arrepentir de esto mi pap!.. Continuo golpeando su perfecto rostro una y otra vez. —¡Victoria! —No se meta en esto suegra. —advertí. —Se metieron con mi bebé y eso es algo que jamás voy a permitir. —le doy otra bofetada y la arrastro hasta la cocina. Tomo el cuchillo y lo acerco a su cara —Si no hablas ahora, ese bello rostro que tanto cuidas, tendrá una horrible cicatriz de por vida. —¡No eres capaz —solloza —No lo permitirán… —¿Ves a alguien interfiriendo por ti? —ladeo mi cabeza —Yo, soy la esposa de Abel Vlarios, ella es mi hija, cualquiera que intente meterse con mi hija, verá de puedo ser mucho peor que la víboras de esta casa. —acerco el filo del cuchillo en su mejilla y ella chilla —Por mi hija, me convertiré en el mismísimo demonio de tus pesadillas. Ella suplica que aleje el cuchillo y señala a la chica joven de la cocina, la chica al verse atrapada se arrodilla frente a mi suplicando por ella misma, justifica su acciones al decir que ella le prometió una suma fuerte por algo que solo le daría un leve dolor estomacal a mi hija. —¡Maldita bruja! —dijo Isabel —Tú estúpido plan me perjudicó a mi. —Isabel —dice Carter su nombre —¿Estabas al tanto de su plan y aun así no dijiste nada? Ella palidece cuando escucha a su esposo. —Cariño… Carter la toma del brazo y la arrastra arriba. El mayordomo ya venía en compañía de la madre de Abel y ordena sacar a la mujer de la casa y despiden a la empleada sin paga. Dejo el cuchillo en su lugar, y abrazo a mi hija preguntándole si no bebió ni un poco pero me asegura que no lo hizo. Subi con ella a su habitación, ella me pregunta si estaba enfadada pero le aseguré que no porque después de todo ella solo se defendió. —Pero ella no lo hizo. —¿Y que? Ella intentó ahogarte en la piscina. La dejé en su habitación y bajé a preparar algo de comer para ella y para mi porque ya no podía confiar en nadie de esta casa. Mi celular suena y veo el nombre de Abel. Tomo la llamada y veo que esta en el hotel. —¿Cómo esta todo por allá? Ser sincera con él se volvió un habito y le conté todo sin omitir ni un detalle. —Hiciste lo correcto. —me dice —Y respecto a la secretaria… —cuando se estaba quitando la camisa alguien le toca la puerta —Espera… te llamó en cinco minutos. —Ok… Dejo el celular a un lado y apago la pantalla para terminar de hacer la comida pero su voz me llama la atención. Noto que viene de mi celular. Enciendo la pantalla y me doy cuenta que nunca cortó la llamada. Solo veo el techo, pero se escucha perfectamente. —Eso quedó en el pasado. —Abel te conozco perfectamente —la voz de una mujer me altera. —Lo nuestro es especial, lo sabes tanto como yo. —Kara, vístete. —el cuchillo se me cae de las manos —Aléjate… Escucho unos sonidos como si se estuvieran besando. —Yo sé que me deseas, tú no puedes vivir sin mis caricias, sin mis besos de lo contrario no habrías venido cuando te dije que renunciaría al proyecto. El estomago se me revolvió por completo. No quería seguir escuchando lo que iba a pasar asi que colgué la llamada, apoyo mis manos en cada costado de la meza mientras veo el suelo. Al ver el cuchillo en el suelo lo recojo. “¿Que te pasa?, ¿porque te sientes así? Olvidas que es Abel Vlarios” Apago mi celular, y termino de preparar la comida, pero ese vacio no desaparece de mi pecho, me consume por dentro. —¿Estas bien mamá? —Si, ¿Por qué preguntas cariño? —Es que estas muy pálida. —Trabajé hasta muy tarde. —miento. Me fui a mi habitación donde permanecí sin poder dormir. Mi corazón no me dejó en paz, el sentimiento que agobia no me dejó en paz. Me levanté temprano y acompañé a mi hija hasta la escuela y después el chofer me llevó al trabajo. —Señora, ¿se encuentra bien? —Si. Bajo del auto al detenerse. Al tomar el elevador a la primera que veo es a Claudia. —Ay por fin te veo. Lea, Te esperé todo el día… —Lo siento, tenia mucho trabajo… Cuando las puertas estaban por cerrarse una mano las detuvo haciendo que se vuelvan a abrir. Carter entra y nos saluda con un buenos días. —Como te decía, te esperé todo el día y anoche me enfadé porque no me acompañaste a la fiesta. Pero, esta vez no te me escapas, vendrás conmigo si o si. —No puedo Claudia, lo siento pero mi hija. —Amiga, por fis, dime que si. Ruedo mis ojos y acepto solo por una hora, ella me abraza y luego sale dejándome a solas con Carter. —Aceptaste solo porque escuchaste que Abel estaba con su amante en otro país. —Mis asuntos no te conciernen. Mejor preocúpate por mantener a tu familia a raya y lejos de mi hija, como veras, no voy a tolerar una estupidez más. —Mi hermano es un idiota. —Lo sé perfectamente.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR