CAPITULO 18

1202 Palabras
Al verlo desaparecer al tomar una llamada, tomé a mi hija del brazo y le pregunté que desde cuando se llevaba tan bien con Abel y ella me responde con un tono neutro que me descolocó que solo estaba actuando y eso me desconcertó porque nunca me había hablado de esa forma y jamás había actuado como si fuera una profesional, aquí hay algo más. —Violet, dime la verdad. —Mamá, perdón, pero creo que estas exagerando. —¿Exagerando yo? Escúchame… no puedes confiar ciegamente en él. —Ya lo sé mamá, no soy como tú. Aquellas palabras tan frías me helaron la sangre, jamás en mi vida ella me había hablado de esa forma, nunca me había faltado el respeto como lo hace ahora mismo. Si, tiene razón, soy una estúpida y no lo negaré, soy una estúpida por dar toda mi vida a ese hombre para que ella tuviera un techo y comida, soy la que se mató día y noche por culpa de los abusos de Abel Vlarios para que no me echara y que me hija se quedara sin vestir o sin comida. —Vete a tu habitación y estas castigada. —Mamá yo… —Obedece. La única persona que podía herirme profundamente era mi hija porque ella era la única razón de mi existencia y que ella… me hablara de esa forma; fue una apuñalada en mi corazón de pollo sensible por culpa que ama con toda su fuerza a su hija.. —¿Y Violet? —pregunta Abel acercándose —¿Estas… bien? —¿Acaso te importa? Sali de la casa con mi corazón desmoronado por el cambio que mi hija esta teniendo, la soberbia, la arrogancia de esta familia se le estaba pegando y no me estaba dando cuenta de ello. Sabia que esto era riesgoso, pero aun así lo quise intentar. Yo no quiero que mi hija se convierta como esta gente, ella debe entender que esto no es para siempre lo que está pasando y que volveremos a nuestra vida común y corriente. No éramos ricos pero vivíamos felices las dos, ahora ella se esta convirtiendo en alguien diferente a lo que yo conocía de mi hija la que se preocupaba por su madre cuando llegaba a casa exhausta queriendo rendirse. Me quedé afuera observando el anochecer, la soledad y el aire veraniego me hizo entrar en calma y sentirme en paz conmigo misma y no culparme de todo lo que pase a mi alrededor. Cerré mis ojos un momento y poco a poco comencé a sentir que pesaban mucho. Me acomodé viendo hacia el jardín de la madre de Abel, era muy hermoso lleno de guirnaldas y flores que nunca antes había visto en alguna parte. Recordando donde me estaba me desperté para volver adentro y dormir. Bostezo y me pongo de pie, con mis ojos entrecerrados miro que esta oscuro y que no se ve el cielo, camino recordando que vine por la izquierda y termino estrellando mi cara contra algo duro —Auch!… Toco lo que chocó contra mi cara. “No puede ser” Todo se iluminó dejándome ver la cara y el cuerpo semidesnudo de Abel, embobada lo admiro porque era fantástico ver ese cuerpo tonificado. —Mierda… Siento algo tibio escurrirse de mi nariz, lo veo correr hacia el baño y luego vuelve con algodón. —Tienes que tener cuidado cuando caminas dormida. —Yo no camino dormida idiota. —me quejo molesta —Creí que estaba en el jardín por eso terminé así. Me da un poco de agua, siempre suele tener un vaso con agua cerca de la cama así que esta vez me la dio a mi. —Yo te encontré dormida afuera —habla mientras me ayuda a detener la hemorragia nasal inclinando mi cabeza hacia atrás.— Así que tuve que traerte a la habitación en mis brazos. El agua se me fue por otro lado cuando dijo que me trajo en sus brazos a la habitación, me estaba ahogando y no podía respirar. Abel fue rápido comenzó a golpear mi espalda con sutileza mientras inclina mi cuerpo para que pueda respirar. —Enserio que buscas cualquier forma de morirte. —murmura bostezando No puedo verlo a la cara por la vergüenza que sentía. “Seguramente se quejó de mi por mi peso, ay no… dios que vergüenza” Nadie nunca hizo eso conmigo, ni siquiera el parasito que me embarazó. Creo. —Estas ardiendo. —suelto un grito del susto al escucharlo susurrar en mi oído —¿Qué te pasa? —No te me acerques. —no quería que se diera cuenta de mi enrojecida cara —Y no estoy enferma. Me ignoró por completo porque ya lo tenia cerca nuevamente tocando mis mejillas. Frunce el ceño cuando toca mi frente. —Si, estas ardiendo en fiebre. —¿Q–Qué? “¿Cómo que estoy enferma?” —No, no… seguramente es otra cosa. —¿Cómo qué? —cuestiona volviendo a ponerse la bata —Quédate en la cama. Lo sigo con mis ojos, toma el celular y espera que respondan. —Si, hola. Habla Abel Vlarios. Necesito que el medico Ricardo se presente urgentemente a mi casa para que atienda a mi esposa. Con la boca abierta le digo que llame nuevamente y que diga que no es necesario porque es injusto llamar a otros a medianoche solo porque lo ordena él. Él me ignoró así que tomé el teléfono y busqué en las llamadas recientes y cuando iba a marcar el me arrebata el teléfono de las manos. —Oye, mi esposa esta enferma. Claro que no lo dejaré pasar por alto. Intento hablar pero solo comencé a tartamudear avergonzándome mas, mi corazón estaba loco así que le di la espalda y fui a la cama otra vez. “¿Qué fue eso?”. No encuentro explicación a lo que estaba sintiendo, mi corazón golpea mi pecho solo por unas insignificantes palabras que salieron de su boca, “No, no, no… recuerda lo que te hizo Lea” respiro profundo y exhalo para controlarme. El medico no tardó mas que una hora en llegar y aun así el se estaba quejando por su tardanza. —Bueno, cuando me dijeron que su esposa estaba enferma me sorprendió mucho porque no sabia que estaba casado. —Ya lo sabes. Ahora haz tu trabajo. El medico suspira como si aun no se acostrumbara a su temperamento. No se demoró mucho tiempo cuando los demás se asomarán a ver porque estaba aquí el medico así que el medico le dijo a Abel que se aseguraran de darnos privacidad. Cuando comienza a hacer la revisión mi hija entró corriendo y se lanzó sobre mi abrazándome. —Mamá, es cierto lo que dijo papá, estas enferma. —No es nada grave, así que mejor ve a tu habitación, no quiero enfermarte. Abel entró y vio a Violet, asentí con mi cabeza y el se acercó a ella y la tomó de la mano para llevarla a la habitación pero se rehusaba a irse. —Cariño, por favor. —pedí —Ve con tu padre. —Pero mamá…
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR