Merlina Con el cuaderno en mano y Andrés pegado a mi espalda, recorro el salón. Estoy revisando para que todo esté impecable. Apenas faltan unas pocas horas para la fiesta, me siento tan nerviosa que voy a vomitar. —¿Me vas a decir por qué no querés que sepan que sos Michael Jackson? —cuestiono cuando al fin tengo un momento libre. Él se ríe. —No soy Michael, soy Andrés. Y es que me da vergüenza, yo no canto así. Es decir, sé que canto parecido a él, pero lo que pasa es que tengo que hacer la voz un poco más aguda y me cuesta muchísimo. Si se enteran que imito a Jackson, me van a pedir que cante todo el tiempo, y no quiero. Además, lo hago solo porque necesito la plata, no porque quiera. Estoy obligado a hacerlo, no quiero seguir gastando lo que me da Emanuel —responde con mucha seguri