Capítulo XXX-3

2097 Palabras

Mientras el señor Flintwinch amenazaba con el puño a Affery y la señora Clennam miraba a la criada de hito en hito, Rigaud le mandó un beso. —Cuánta razón, querida señora Flintwinch. Tiene usted un talento especial para soñar. —No necesito sus halagos —replicó Affery—. A usted no tengo nada que decirle. Pero ¡Jeremiah me convenció de que eran sueños míos, y como tales los voy a contar! Entonces la criada volvió a llevarse el delantal a la boca, como si quisiera hacer callar a otra persona, quizá a Jeremiah, que murmuraba amenazas entre dientes como si tiritara de frío. —Nuestra querida madame Flintwinch —continuó Rigaud— ha desarrollado tan de repente una sensibilidad y una espiritualidad tales que no cabe sino asombrarse. Sí. Así sigue la historia. El señor tío obligó al sobrino a cas

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