Capítulo 2. Alana.

1114 Palabras
Alana miró al hombre que estaba ahí observándola fijamente, sintió un escalofrío en todo el cuerpo, aquel hombre usaba el uniforme de un general, no solo eso, en su pecho llevaba el emblema del dragón, eso significaba que era de un rango alto y que pertenecía al ejército del dragón rojo, el ejército qué lideraba el príncipe Kratos. —Perdón señor, no quise golpearlo— se disculpó ella incapaz de mirarlo a los ojos, hizo una reverencia y mantuvo su vista en el suelo. Kratos miró la tela qué ya casi desaparecía, miró a la chica de nuevo y bufó, alzó la mano en dirección al estanque, Alana abrió los ojos al ver como él agua se levantaba, la tela rojiza volaba sola por los aires, entonces se dio cuenta de que ese hombre no solo pertenecía al ejército del dragón, era un mago. Sus ojos brillaron emocionados, jamás había visto a un mago de cerca, ni mucho menos los había visto usar sus habilidades. El agua escurrió de la tela y voló hasta aquel hombre quien la sujetó en su fuerte mano. Kratos estaba un poco fascinado, ¿Quien era ella?, ¿Qué era ese olor que emanaba de aquella joven?, ante sus ojos, la piel de Alana resplandecía de un modo fascinante, tenía la incertidumbre de si ella…tal vez… Trató de usar su magia para manipular a la chica, pero no funcionó, ella ni siquiera se inmutó en verlo, seguía con la mirada en el piso y frotando sus manos llenas de nervios. “Imposible”, pensó Kratos aún más intrigado. —¿Quién eres?. Esta vez la pregunta de Kratos sonó aún más exigente qué antes, lo que hizo a Alana estremecerse. —Yo…vine con mi tía a entregar unas telas…solo… —¡Kratos!. Ambos voltearon, Alana se ruborizó de inmediato al ver al príncipe Mujan, era demasiado guapo y su sonrisa no demostraba nada más que una amabilidad infinita, hizo una reverencia y se sintió muy dichosa de poder verlo de cerca, sería una excelente historia que contar. Mujan abrazó a Kratos apenas llegó a él, lo abrazó como si él fuera un oso de peluche, Mujan era el único que se atrevía a hacer tal cosa con Kratos, a decir verdad, Mujan siempre demostraba el amor que sentía por su hermano, no le importaba mucho si lo veían o no, si por él fuera, estaría abrazado a Kratos todo el tiempo. —¿Cuándo llegaste?, ¿Por qué nadie me Informó?, pero mírate, te vez mucho más grande que la última vez, ¿Cómo es que lo haces?. Kratos volvió su vista a la joven. —Viniste con tu tía, entonces no eres de por aquí— Dijo mientras le entregaba la tela mojada. Alana miró a Kratos y casi de inmediato se arrepintió y volvió su vista al suelo. —No señor…soy de Kategat— dijo Alana mientras tomaba la tela con lentitud. Mujan, quien hasta entonces no había visto a la joven, se dio cuenta de semejante belleza, una muchacha dulce como ella, ¿Cómo es que no la había visto?. —¿Quién eres?. Alana miró a Mujan y su rostro se enrojeció aún más. —Viene con una de las modistas qué ganó la competencia de la feria, la emperatriz encargó algunas telas— dijo uno de los sirvientes. —Pero que hermosa flor ha llegado a nuestro jardín, ¿No lo crees hermano?— Preguntó Mujan sin apartar la vista de la chica. “¿Hermano?”. Los ojos de Alana se abrieron de golpe, acaso…¿Acaso era el dragón rojo?. Alana olvidó todo y alzó el rostro para ver a Kratos, sus ojos grises se clavaron en los hermosos ojos color ámbar de Kratos, estaba ante su más grande ídolo, hizo una reverencia nuevamente y tembló. —¡Mi señor, le pido una disculpa!— Exclamó Alana muy asustada de haberlo golpeado. —¿Qué edad tienes mi pequeña flor?—Preguntó Mujan. —D-dieciocho majestad. —Eres muy joven. Kratos estaba intrigado, quería saber todo de ella, ¿Por qué no podía usar su magia contra la chica?, era la primera vez que esto le pasaba, eso explicaba el brillo qué emanaba de ella, un brillo apenas perceptible, que la hacía ver como un ángel. —Vamos, llévame con tu tía—Ordenó Kratos mientras la tomaba del brazo. Alana sintió la fuerza de ese hombre, aún si se oponía, ella sería jalada como una cometa por él, no era rival, se estremeció y no le quedo más que seguirlo, su corazón latía con fuerza, ¿Qué estaba pasando?, ¿Por qué se veía tan enojado?. —¿En donde esta mi madre?—Preguntó Kratos. Alana iba a decir que no sabía, pero alguien respondió. —Está en el salón principal mi señor. —¿Y la mujer que venía con ella?. —Ella está en uno de los salones del ala oeste, con Febela. Al llegar al salón donde estaba la tía de Alana, todas las presentes hicieron una reverencia al ver a los príncipes entrar. Mujan seguía a su hermano un poco extrañado, ¿Por qué Kratos de repente se veía tan apurado?, y ¿Por qué no soltaba a la chica?. —¡Alana!—Exclamó la tía al ver que los príncipes venían con ella, y peor aún, uno de ellos la sujetaba del brazo. —¿Qué fue lo que hiciste?. Alana negó. —Nada tía. —¿Usted es su tía?—Preguntó Kratos. La señora Beatriz hizo una reverencia hasta el suelo al ver al príncipe Kratos, era tan intimidante como decían. —Majestad, perdone a mi sobrina y su imprudencia, es la primera vez que ella sale de la aldea, por favor, piedad. —Solo responde lo que te pregunté—Ordenó Kratos de mal humor. —Si majestad, soy su tía. —¿Dónde están sus padres?. Alana sentía que la mano de aquel hombre la quemaba, hizo una mueca y trató de soportarlo. —No tengo padres majestad—Respondió ella un poco avergonzada. Kratos la miró, se dio cuenta de que ella estaba a punto del llanto, solo hasta entonces él se dio cuenta de que no midió su fuerza con la chica, así que la soltó de inmediato. —Mi hermana encontró a Alana en una montaña desolada, los lobos iban a comérsela, pero mi hermana y su esposo la protegieron como su propia hija, mi hermana era infértil, así que amaba a Alana con su vida, lastimosamente ellos murieron hace años, a manos de los Yaruk— Respondió la tía de Alana con toda sinceridad.
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