La tarde había sido un torbellino de malos ratos, emociones encontradas y una que otra risa. La fiesta de cumpleaños de Regina, de una u otra manera, había sido un calvario. Aunque debo admitir que luego del intercambio con la madre de Raphael este no se apartó de mí el resto de la fiesta hasta que los fuegos artificiales dieron por finalizada la noche. Sin embargo, ahora, en el camino de regreso a casa, la tensión entre ambos es palpable. No puedo quitarme de la cabeza lo que sentí cuando me beso. El deseo y la pasión que despiertan en mí con pasa, toque, beso y caricia. El coche avanzaba suavemente por las calles iluminadas, pero el silencio entre ambos es denso. Miro por la ventana, perdiéndome en mis propios pensamientos mientras las luces de la ciudad pasan como destellos. Raphael, p