La muerte de Cristián fue…
¡Súbita!
No había otra forma de describirla porque doce horas atrás él estaba vivo, comiendo, bebiendo y sonriendo por el giro imprevisto de su empresa y ahora, ¡estaba muerto!, contando aquel largo sueño, Elena vivió más tiempo casada del que vivió soltera y sufrió su muerte dos veces.
¡Atemorizante!
Solo con pensar en lo sucedido la noche anterior su piel se estremeció y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Y ¡misteriosa!
En las novelas los asesinos dejaban pistas, cartas resguardadas en baúles que contaban una historia y justificaban los actos más viles, testigos perdidos u objetos escondidos entre las tablas de una mansión vieja como piezas de un rompecabezas que tardaba varios capítulos en armarse, pero en su vida Elena nunca vio ni una sola de esas pista
