Capítulo 29

1636 Palabras

Isabel Justo en el momento en que pensaba que no podía ser tan tonta como para empapar mi vestido con el grifo del agua mientras intentaba lavar y acomodar los trastes que habíamos utilizado para el desayuno, comenzó a sonar el timbre de manera ensordecedora. Le grité a Marco pero debía tener muy fuerte el agua de la ducha, porque no me respondió. ¡Así que decidí abrir la puerta, y vaya sorpresa que me llevé! Quedé petrificada. Si antes sospechaba, ahora tenía muchos más motivos, pero debía disimular hasta encontrar las pruebas suficientes para acusarle. Sin embargo, me encontraba muda nuevamente, como la tarde de la lectura del testamento, y no podía llamarle ni siquiera por su nombre… -          ¿Isabel? – dijo mirándome con sorpresa. -          Ro… Rob… ¡Padrino! – dije cerrando l

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