Isabel me miraba incrédula. Varias veces amagó con comenzar a hablar, pero no lo hizo sino hasta unos veinte minutos después. - Entonces sí es cierto que él pensó lo de la cláusula. - Sí, pero no creo que lo haya firmado. De haber querido hacerlo, lo habría puesto en ese momento y me lo habría traído, estoy seguro de eso. - Vale, pero en algún momento pasó por su cabeza que yo me iba a casar porque él me lo pedía… - asentí y bajé el rostro – y sabiendo perfectamente que jamás me casaría de esa manera. - Isa… - mirándola fijamente – - Y tu le prometiste hacerlo, así que aquella tarde no hiciste más que cumplir con esa promesa… - acariciando mi rostro – - Sí y no… no lo veas así, por favor. - Tranquilo, no lo veo como n