Sentí una gran tentación de lanzarle esta copa directamente a la cara. Pero, ¿por qué debería hacerlo? En ese momento no éramos nada. Él continuaría con su vida y yo haría lo mismo. Hasta que decidimos dejar que nuestros sentimientos nos guiaran, y ahora estamos aquí. —Mmmm… —respondí con irritación. —Emma, no había sentimientos de por medio, solo era divertirse. Tú lo sabes. —No tengo idea de qué hablas —le respondí con sarcasmo—. Mi novio me priva de eso. Noah soltó una risita. —No me refería a eso —se mofó. —Bueno, yo sí. Tú estuviste con muchas mujeres, y yo... —me detengo, dejando la frase en el aire. Él me observa detenidamente, como si estuviera considerando cuidadosamente su respuesta. —Emma, ya te he dicho que esperemos hasta nuestra boda —su voz es apenas un murmullo. Pa