Mamá se acerca y me da un beso en la mejilla sutilmente, después se separa y me mira de arriba abajo con aprobación. Ella lleva un vestido verde botella de escote corazón un colgante de perlas que le regaló mi padre en uno de sus aniversarios. — Ahora solo tienes que quitar esa cara de gruñón que tienes todo el tiempo —me dice entre dientes sin quitar la sonrisa. — Es la cara que tengo. — Bueno, así no te casarás en la vida, hijo. Ya deberías tener una esposa y al menos un hijo. — Las cosas cambian, mamá. — Si no te hubieras encaprichado con esa chica que ahora ocupa un puesto de trabajo en la empresa y una habitación en tu casa... Carraspeo. — Teníamos asuntos pendientes. — Por supuesto que sí, el dinero es importante, la fama, el reconocimiento, el lujo —s