Mark pasa las yemas de sus dedos por mi espalda mientras estoy encima de él. Puedo decir que este es mi momento favorito del día. Es sábado, ni siquiera son las diez, la luz de la mañana entra por la ventana y todo está nevado fuera mientras que aquí hace una temperatura agradable gracias a la calefacción. Hoy es el día de la fiesta, aunque Mark cogió las riendas de la empresa ayer y lo celebramos los dos solos, yendo a cenar y bebiendo vino. Nada de lujos, él me recogió en casa y me llevó a cenar a un italiano que no estaba mal, mezclándonos con la gente corriente, como diría su madre. Respecto a Nina, bueno, a pesar de que le dije a Mark que no le dijera nada, discutió con ella por mi pelo y obtuve una disculpa telefónica que no me sirvió de nada porque mi flequillo no se recuperaría c

