La alarma en el celular de Michael sonó y ambos despertaron poco a poco. Aún estaba oscuro, pero era la hora en la que Michael acostumbraba despertar para prepararse y estar en su trabajo. Sin embargo, aún estaban ambos muy cansados, pues no habían dormido casi nada. Michael se dio media vuelta hacia Shelly, pues ella ya estaba estirando su cuerpo y bostezando. Mirándola de frente, muy cerca el rostro de ella, Michael le sonrió y le deseó los buenos días. ―Hola, Shelly... Gracias por venir a hacerme compañía... El frío desapareció... ¿Tú pudiste dormir bien?... ―preguntó Michael. ―En realidad... Aún tengo mucho sueño... no pude dormir nada en aquella habitación... Y bueno, en realidad no me siento muy bien... Ya sabes... ¡Achú!―estornudó Shelly. ―¡Ay no! ¡Seguramente te vas a resfri