Al día siguiente, Michael fue acompañado de James a la mansión Golden. Los guardias no los dejaban entrar porque no tenían cita con el alcalde, por lo que él tuvo que marcarle directamente a Mr. Golden.
—¿Mr. Golden? Estoy afuera de las puertas de su mansión... me urge hablar con usted... ¿Puede decirle a los guardias que me dejen entrar por favor? —suplicó Michael.
—Lo siento muchacho... no me parece buena idea. Shelly está ahora aquí y no quiero que te vea... Verte le causaría demasiado dolor...—comentó el alcalde.
—Pero, Mr. Golden... Recíbame solo un minuto por favor... —rogó Michael.
—No, Michael... Si solo quieres hablarme un minuto, puedes decírmelo por teléfono... —razonó el alcalde.
—Pero es muy privado... además tengo que mostrarle unas fotografías... —indicó Michael.
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