Y aunque poco a poco, al comenzar a ser capaz de no contestarle ese tipo de mensajes, fui comprendiendo que era completamente libre, que tenía una identidad propia que me definía como persona, y que ya una vez había logrado superar una situación amorosa que sí había dependido de mis propias decisiones, al menos hasta donde creía o sabía. ¿Cuánto más fácil sería hacerlo ahora que no había sido yo la causante y que además, había dado todo de mi para salir adelante? Seguramente mucho más…
Y varias discusiones necesarias mediante, conseguí poner en contexto a nuestros amigos en común. Parte de cerrar esa herida y de buscar la manera de ayudarlo a Fabrizio también a hacerlo era que ellos comprendieran que ya había una decisión tomada y que pasara lo que pasara, ya no había vuelta atrás. Eso implicaba que también debían acabar con las bromas e insinuaciones, y con cualquier tipo de intento por acercarnos que pudiera generar en él esperanzas por algo que no iba a suceder…
Flavio – ¡Pues a ver cuándo vuelven ustedes dos! Con nadie hace mejor pareja Fabrizio que contigo, Leti… (Guiñando un ojo)
Letizia - ¡Basta, Flavio, por favor! (lo miré tan seria como nunca antes)
Flavio - ¡Es solo un chiste! (abriendo los brazos como disculpándose)
Letizia - ¡Ya no más! ¡Ni en chiste! Ya lo hemos hablado y no quiero volver a repetirlo una vez más.
Flavio – Está bien, terca… pero en serio… ¿y si un día vuelven?
Letizia – Eso no pasará. Y por favor, Flavio… ¡Termina con esto! A mi me ha costado mucho y a él todavía le cuesta superarlo. Yo se que tu querías vernos juntos otra vez pero esa es una etapa que terminó y que no tendrá segunda parte. Y lo mismo va para el resto (miré a los presentes, muy seria) ¡No hay vuelta atrás! Ya no volveremos a estar juntos y es necesario que ustedes lo entiendan para que él pueda entenderlo también, ¿está claro? De verdad, no quiero volver a repetirlo, pero no tolero más los chistes.
Flavio - ¡Como digas! (mirando al suelo, serio, excusándose)
Letizia – Te lo pido por favor. A él debemos ayudarlo mucho con esto. No podrá solo. Siente mucha culpa por lo que ha pasado, yo ya he pasado por eso y es primordial que ustedes colaboren no haciendo este tipo de bromas.
Flavio – Pero eso de que Fabri siente es una culpa bien sentida, Leti. ¡Él solito se apartó de ti por cosas que solo ocurrieron dentro de su terca cabeza!
Letizia – No importan los motivos, Flavio. Los dos decidimos poner punto final por algo puntual. No volvamos a hablar sobre eso ni siquiera en chiste. Él tiene que superar lo que pasó entre nosotros y ser capaz de continuar con su vida como mejor le parezca.
Flavio – Tienes razón (volviendo a abrir los brazos)
Letizia – Fabrizio no necesita que le estén recordando en todo momento lo que pasó entre nosotros, lo que podría haber pasado, y muchísimo menos que le estén dando esperanzas infundadas.
Flavio - ¡Es verdad, Leti! Perdóname por favor.
Letizia – No se trata de perdonar, no tengo nada que perdonar (acariciando su hombro amistosamente) Solamente quiero que entiendas para que podamos ayudarlo a Fabrizio. Y para eso no se pueden repetir este tipo de chistes.
Flavio - Prometo que no volverá a pasar… (Bajando la cabeza nuevamente)
Y así era… No quería bromas, ni insistencias… ¡No volveríamos a ser pareja jamás! Nos habíamos lastimado demasiado… los dos habíamos tirado mucho de la cuerda, hasta romperla, y como buenas personas que éramos nos merecíamos seguir adelante con nuestras vidas por separado y de la manera menos dolorosa posible.
En el mejor de los casos, aprendiendo de lo que sucedió entre nosotros para seguir evolucionando y ser mejores personas cada día, pero separados. O juntos pero como amigos, pero no como pareja. Ya no más como pareja.
Una noche, hace mucho tiempo y luego de una fiesta en la oficina, Fabrizio se ofreció a llevarme a mi casa. En ese momento yo ya venía bien encaminada con el proceso hacia el olvido pero él claramente no. Y si bien quería que estuviera seguro de que yo había aceptado lo que sucedió aquella noche y no le guardaba rencor alguno, tampoco quería exponerme a alguna situación que le hiciera pensar que todavía había esperanza de volver, porque era algo que no quería, bajo ninguna circunstancia.
Así que acepté, aunque a regañadientes. Esa sería la primera vez que estaríamos solos después de muchos meses sin hablarnos más que para lo estrictamente laboral y necesario y evidentemente sería especial para los dos, acabara como acabara.
Y luego de un incómodo y eterno silencio durante el camino, se dio esa conversación que tanto nos merecíamos para soltarnos definitivamente.
Fabrizio - Perdón (mirando el volante del coche, tomando mi brazo delicadamente con su mano, cuando iba a bajarme del coche justo en la puerta de mi edificio)… ya te lo dije una vez y luego volví a arruinarlo. ¡Esta vez intentaré que no sea así, te lo prometo! (girando para mirarme fijamente).
Letizia - ¡No pasa nada, Fabrizio! (procurando mostrarme firme, aunque todavía me afectaba hablar del tema). Pero de verdad… solo quiero que sepas que ya no hay vuelta atrás.
Fabrizio - Lo sé. Y también sé que es por mi causa…
Letizia - Fabrizio…
Fabrizio – Leti, déjame hablar, por favor… (Suspiró, y luego de un instante, continuó explicándose… durante todo este tiempo traté de culparte para justificarme, pero sé perfectamente que todo fue ocasionado por mis celos infundados. Sé que te lastimé y mucho, pero quiero que sepas que estoy muy arrepentido, y que de verdad deseo que seamos amigos y que le pondré ganas a ello. ¡Te prometo que no intentaré volver a coquetearte! (sonrió y miró al volante nuevamente)
Letizia - ¡Te quiero mucho, de verdad! (sonriendo)
Fabrizio - ¿Me perdonas? (girando para volver a mirarme fijamente)
Letizia - ¡Es que no tengo nada que perdonarte, Fabri! Trato de entenderte aunque no comparta lo que piensas. Somos como somos, y estuvimos juntos mientras nos hacíamos bien… (sonreí tiernamente), ser capaces de reconocer nuestros aciertos y nuestros errores, de aceptarlos y de recordar los momentos bellos que vivimos juntos, nos hará crecer como personas y nos permitirá ir superando lo que pasó, poco a poco, para así poder abrirnos a nuevas oportunidades y a todo lo bonito que los dos nos merecemos que nos pase. Y de verdad, Fabri, yo también quisiera tenerte como amigo. No quiero perder el vínculo contigo… (Sonreí)
Nos abrazamos muy fuerte y luego de despedirnos, bajé del coche para subir a mi departamento mientras que él se quedó esperando a que yo desapareciera por la puerta para poner el coche en marcha y seguir su camino, como siempre hacía.
Al llegar a mi piso, coloqué las llaves en la puerta e ingresé con una sonrisa en el rostro. Me sentía reconfortada luego de aquella conversación que sin dudas, nos debíamos.