Meses después… Aquel día tuve una de las mañanas más felices de mi vida. Me despertó el móvil y al abrir el mensaje vi una hermosa foto de un precioso niño rubio de ojos cerrados que decía: “hola madrina, ya estoy aquí”. Si. Federico, el hijo de Carlo y Alessia acababa de llegar al mundo, haciendo que tuviera una nueva necesidad de escaparme a Milán tan pronto como fuera posible. Pero a diferencia de la vez anterior, esta vez llamé a Rafael y le pedí ayuda. Como esa noche no habíamos dormido juntos, le conté de las buenas nuevas mientras venía hacia mi casa para ir a la empresa. Tenía claro que esta vez sería más complicado que la vez anterior, puesto que Dante Ricci no se tragaría ningún cuento sabiendo, como seguramente sabía o de lo contrario se enteraría en las próximas horas