—No digas nada —dice Milena todavía de espaldas, extasiada con su colonia—. No lo pensé demasiado y por eso estoy aquí, ¿está bien? Solo vine a llevar un poco de lo que me prometiste. Cuando Milena voltea, él está justo detrás de ella, ubicado a unos centímetros. Luzio la mira en completo silencio. —Em… sé que estabas en una reunión… importante y que no debí… interrumpir —añade con evidente nervio. No puede dejar de tartamudear—. Pero como dijiste que estarás fuera de la… ciudad… yo creí que… que podíamos hacerlo… un momento. Luzio sigue sin decir nada, lo que aumenta el nerviosismo en ella. —Luzio… —Mi padre y toda la junta directiva está en la sala a dos puertas de aquí, esperándome para seguir con la reunión —señala él en un susurro. Comprende a la perfección lo que ella quiere—.