—Hola, tú debes ser Milena. Yo soy Erika —dice ella extendiendo su mano para saludar a Milena, quien por obvias razones se tarda demasiado en dar una respuesta, aunque lo hace por educación. —¿Qué haces aquí? —pregunta Milena dejando que su desazón la guíe. Sin embargo, una mano rodeando su cintura hace que se replantee por unos segundos los miles de preguntas que están revoloteando en su mente. Erika abre la boca para decir algo, pero es Luzio quien lo hace. —Que bueno que llegaste, estábamos a punto de tomar un té. ¿Quieres uno? —Claro, el frío es muy agresivo a esta hora. Tengo las manos heladas —responde ella con una sonrisa algo nerviosa. Luzio la hace pasar a la sala. —Yo me encargo de las tazas. Siéntate con ella mientras tanto —dice Luzio a Milena antes de dejar un beso cor