Adara se sentó en la barandilla y dijo mientras miraba el cielo nocturno. — Creo que ninguno de los dos lo ha hecho bien, así que no puedo culparte de todo. Adara le lanzó una mirada que parecía la de un águila observando a su presa. — ¿Ya no te vas a aferrar a mi?, tu no decides cuando todo termina. Liam la miró desconcertado, sus ojos estaban temblando de confusión. ─ Bueno, no creo que podamos vivir así para siempre. Liam guardó silencio durante mucho tiempo. Dudó un momento y apenas abrió la boca. ─ Tú… Yo creía que… — Siempre quieres que todo vaya a tu ritmo, pero eso no es así. — Bueno es que pensé que tú no querías irte. — Y no quiero hacerlo, para mi siempre será difícil volver, este es mi hogar, siempre lo ha sido. — Ya me he dado cuenta de eso, por eso no quiero forz

