"La mirada de las malas noticias"

1637 Palabras
Son las 2 am cuando Alessandra  y yo vamos entrando a la habitación de hotel. Para esta ocasión he reservado una diferente para no llevarla a la mía y así evitar que se entere que una niñera y una bebé duermen en la suite conmigo.  Alessandra, entre besos y caricias, comienza a desabrochar el cuello de mi camisa para después quitarla por completo. Lo acaricia con sus hermosas manos, largas y cuidadas provocando que mi piel se erice de inmediato. En un acto llegamos a la cama y ella me empuja haciéndome caer sobre ella. Después, lanza un poco su cuerpo hacia adelante y se siente sobre mi regazo provocando mis instintos con el movimiento de sus caderas.  —Me encantas — me dice sensual mientras mueve sus caderas y lleva mi rostro hacia su escote para que bese el valle de sus senos, después me toma del cabello y me jala — me pondré algo más cómodo ¿me esperas corazón? — y yo la beso mientras ella se baja —tú también ponte cómodo ¿quieres? — y camina hacia el baño.  Me pongo de pie, meto la mano en la bolsa del pantalón y saco mi cartera y el móvil y lo dejo sobre la mesita de noche. Éste sigue apagado y mientras me quito los zapatos me entra la curiosidad de saber por qué Nina me había marcado. Lo prendo de nuevo y mientras éste reacciona me quito el otro zapato para después encontrarme con algo que me alerta por completo.  «Nina, 20 llamadas perdidas » leo en mi mente para después saltar a los mensajes de w******p que suenan como locos como si hubiera habido una falla en el móvil. Comienzo a leerlos.  NINA ¿Dónde estás? ¿Por qué no me contestas?  Dice el primero y sigo bajando para ver que esto empeoran.  NINA ¿Es en serio Pablo? Necesito que contestes. Mare no deja de llorar y no sé qué hacer, creo que le duele algo, te pido que me respondas.  NINA Mar empeora, llora cada vez más, le está subiendo la temperatura.  Y justo al leer éste mi corazón se acelera y vuelvo a ponerme los zapatos lo más rápido que puedo. Veo el último mensaje y sé que algo pasó, ya que es la ubicación de una sala de emergencias. Me abrocho el pantalón y sin decirle a Alessandra salgo de la habitación y corro por el pasillo del hotel sintiéndome la persona más mierda del mundo.  [...]  Al llegar al hospital entro lo más rápido que puedo a emergencias y veo a lo lejos a Nina de pie en la sala de espera. Da la vuelta y me ve con una mirada de esas que nunca quieres que alguien te dé: La mirada de las malas noticias. — ¡Dónde carajos estabas! — me dice al verme llegar. — Lo siento, estaba en ...— pero no hay excusa que le pueda dar. — Te llamé 20 veces Pablo ¡veinte! — me dice alterada. — Bueno, ya estoy aquí ¿qué sucede?—  contesto firme pero no porque esté enojado si no porque no me perdonaría que algo le pasara.  — No lo sé, Mar está adentro con las enfermeras y no me dejan entrar hasta que no llegues tú.— — Pero ¿por qué? — digo enojado.— — Porque sólo soy la niñera — me reclama — sólo familiares pueden estar adentro y tú eres el único.— Nina se pone la mano sobre la frente — Desde hace horas lloraba mucho y de pronto la temperatura subió muy rápido, traté de bajársela pero no pude, sólo lloraba y lloraba — y ella comienza a llorar — y yo te fui a buscar a tu  habitación y no estabas, te llamé, te envíe mensajes pero no me contestabas y al ver que ardía en fiebre tuve que salir corriendo para buscar un lugar que la atendieran.—  Al ver la desesperación en su cara sé que es algo muy, muy malo — Ahora está allá adentro y no deja de llorar ¿qué tal si me está buscando? ¿eh? ¿qué tal si extraña su conejito para dormir? ¿Qué tal si piensa que la abandoné? Ella no escucha, las enfermeras no saben qué no escucha y ....¡Dónde estabas! — y se pone de pie para darme una bofetada que me duele menos que la vergüenza que ahora tengo.  Me tranquilizo, mientras siento el ardor recorrer mi mejilla— Ya, ya estoy aquí, veré qué tiene, lo siento — digo todo eso sin poder hilar una frase. — Te juro Pablo que si a Mar la pasa algo más grave  por tu negligencia y abandono, me las vas a pagar muy caras ¿entiendes? Y no me importa si me echas a todos tus abogados y tu dinero y tu poder, te juro que pagarás por lo que le pase a esa niña — me amenaza.  Después de esas palabras entro a la sala de emergencias donde Mar llora desconsoladamente en una pequeña cuna, sólo de verla así se me hace un nudo en la garganta — ¿Sí? — dice la enfermera. — Soy el padre de la nena — digo viéndola llorar sin parar. El corazón se me hace pequeño y de pronto comienzo a sentir la desesperación de Nina. Estuvo ahí solita, no sé por cuánto tiempo buscando a alguien conocido y yo en una cita que sólo llevaría a un buen sexo. — La bebé tiene una fuerte infección en el oído, pero necesitábamos su autorización para darle el tratamiento.  — ¿Mi autorización? ¿Están locos? ¡Pues háganlo! — digo de inmediato y tomo a Mar entre mis brazos — Ya, ya, chiquita, en unos minutos te sentirás mejor — le murmuro con el nudo en la garganta apretándome fuerte y dejándome sin respiración.  — Hemos tratado de calmarla pero no hemos podido — me dice otra enfermera. — La niña es sorda — digo frío y la cara de la enfermera cambia.— — ¡Oh vaya! —  expresa y al verme sé que me reconoció y que sabe quién soy — La hija del Pablo del Moral sorda, qué ironía, no cabe duda que la gente rica no puede tener todo — y con ese comentario siento como la sangre me hierve del coraje.  — ¿Ya tiene mi autorización no? Denle a la niña el tratamiento —  digo molesto y me volteo para seguir tranquilizando a Mar.  La abrazo un poco más y, acordándome de Nina, comienzo a arrullar la tal como ella me dijo — Pronto te darán algo Mare — la llamo como Nina tiernamente lo hace— y te sentirás mejor — le murmuro y la bebé responde llorando. La enfermera viene y le da el medicamento y Mar abre los ojos y me ve con una mirada que el resto de la vida quedará conmigo: buscando consuelo. — En unos momentos le hará efecto — me dice la enfermera y se sale del lugar. — Ya escu.... — pero interrumpo esa idea — Pronto te sentirás mejor Mare y podremos salir de aquí y podrás ver a Nina que está muy preocupada por ti — y acaricio su hermoso cabello castaño claro. La culpa no me deja en paz, y cada vez que Mar se queja no puedo creer que hice lo mismo que mi madre y mi padre hacían conmigo cuando me sentía mal, dejar que otros lo resolvieran, tal como yo quise hacerlo con Nina.  Mar llora y cada vez que lo hace mi corazón se hace pequeño. Vuelvo a moverla de nuevo como lo hace Nina y al no saber qué más hacer tomó suspiro y la veo a los ojos.  "Estrellita del lejano cielo, que miras mi dolor, que sabes mi sufrir, baja y dime si me quiere un poco, porque yo no puedo sin su amor vivir" Canto bajito  la canción que Nina siempre le canta para dormir y, que de tantas veces de escuchar, ya me la he aprendido de memoria, y así  como arte de magia Mar comienza a calmarse. La pego aún más a mi pecho y la acomodo.  "Tú eres estrella, mi faro de amor, tú sabes que pronto he de morir. Baja y dime si me quiere un poco, porque yo no puedo sin su amor vivir"  Le canto con el nudo en la garganta y mis ojos a punto de derramar lágrimas y como si fuera un bálsamo, Mar se calma. Vuelvo a repetir las mismas frases con un poco de más de seguridad mientras la veo directamente a los ojos. No sé si he logrado el cometido por la canción o porque el medicamento ya hizo efecto, pero de pronto ella me ve a los ojos tranquila, tierna y ahí siento a Mar mía, muy mía y por primera vez en todo este tiempo toda la frustración y enojo que sentía desaparece por completo, dándole paso a un sentimiento que nunca había habitado en mí. — Sé que no la canté como Nina — le digo mientras me sigo moviendo por el lugar — pero sí sé que algo hice bien — le hablo. Mar sólo me ve y ambos no podemos despegar la mirada — Mare. Sé que no he sido el mejor padre para ti y que he roto la promesa que le hice a Nina días atrás de que lo intentaría contigo, pero hoy me asustaste de verdad y lo menos que quiero es que sufras ¿entiendes? Creo que ya tienes bastante desde que naciste para que yo siga ese camino. Así que te juro que a partir de ahora seré el padre que necesitas, mía o no, lo seré ¿ok? Y te prometo que encontraré a tu madre.  Por un rato más sigo moviéndome hasta que ella cae profundamente dormida y toda la felicidad del mundo me invade porque logré que se durmiera entre mis brazos — entonces así se siente — murmuro — cuando tu hija se duerme tranquila, cuando tus padre te consuela y te hace saber que le importas— sonrío por lo que acabo de decir — Mi hija — murmuro — Mar, eres mi hija. 
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