Continuó el viaje, y aunque Nina y yo no somos amigos al menos ya me volvió a hablar y esto se ha vuelto menos pesado. Entre plática y plática ella va dando destellos de su personalidad y debo confesar que me gusta que tenga carácter ya que indica que, en caso de que Mar lo necesite, ella sabrá defenderla sola, y también vi unos tintes de torpeza e imprudencia, que son, algunos, verdaderamente cómicos.
Por otro lado Mar va creciendo cada vez más ¿cómo pasó de ser una bebé recién nacida a una bebé más gordita y hermosa? Tal vez Nina piense que no lo noto, pero es evidente que lo haga cuando me acompaña a todos lados. A veces, cuando Nina está en otro lado o distraída observo a Mar para saber si se parece a alguien que ya haya conocido antes, pero hasta ahora, no hay pistas.
Aún así, con todo esto que he logrado hasta ahora, las promesas que le hice a Nina de estar cerca de la bebé y a ella se fueron tiempo después, cuando me ocupe en reuniones, citas, cenas que duraban hasta altas horas de la noche, o días que empezaban tan temprano que me era imposible verlas y no voy a mentir, de pronto me sentí libre, muy libre.
Era yo de nuevo, el Pablo simpático y carismático que podía cerrar un trato en segundos, el que podía tomarse una copa de vino tranquilamente o el que recuperó su rutina tan fácil que se olvidó que era “padre” de una niña. Sin embargo, al escuchar a Nina cantar por las noches, cuando Mar se despertaba por la madrugada, se volvió uno de mis momentos favoritos.
Nina tiene bonita voz, muy bonita para mi propio bien, además de que es muy guapa y aunque es muy enojona cuando está con Mar es la persona más tierna y amorosa del mundo. A mí me quiere matar y a veces le doy razón, porque no he sido el jefe que debería de ser ni el padre que Mar necesita, y por más que intento no he podido lograrlo, o la realidad es que no he querido concentrarme en ello, quiero pensar que me niego a que mi vida cambie.
Estar de viaje es pesado, aunque Nina me reclame que no ya que lo hago en avión privado, pero en verdad lo es, viajar de un lado para el otro, revisar contratos, conseguir clientes, retener clientes, a veces revisar las instalaciones de los hoteles y comunicarle a mi padre el estado de sus inversiones y tratar de descansar, todo cargando a una bebé y a una niñera a cuestas puede llegar a ser exhaustivo, al grado de que me han ganado un apodo que Nina me puso sin que yo lo pudiera evitar “Pablo Quejamoral” porque cada vez que la veo para algo de Mar dice que recibe una queja tras otra.
— Podrías, no sé, al menos hacerme una visita guiada con tus palabras por ejemplo, sabes yo nunca he estado en Ibiza ¿es bonito? — me dice mientras me entrega la lista de las cosas que Mar necesita.
— Es bonito — respondo.
— Wow, para ser un empresario en la rama hotelera y que esta sea tu diez mil vez en Ibiza te falta mucho en las descripciones.—
— Nina, sé que te la pasas encerrada todo el día en el cuarto del hotel y te comprendo.—
— Y que me debes varios días libres — reclama.
— Ya te dije que te los pagaré dobles — sentencio y ella respira.
Escucho en el fondo a Mar llorando — ¿qué le pasa?
— No sé, llora a ratos y a ratos no, si esta noche no duerme me empezaré a preocupar — me dice Nina con unos ojos de desvelo que no puede con ellos.
La veo y me siento terrible, ella está haciendo el papel que yo debería estar haciendo, pero no tengo palabras para explicarle. Nina es mi golpe de realidad cada vez que regreso de una cena de negocios, con unas copas de más y diciendo que no pasa nada — ¿Vendrás a ver a Mar hoy por la noche? Tiene días que no te ve.
— No puedo tengo una cena importante a la que tengo que asistir — miento porque me quedé de ver con alguien.
Antes Nina me ponía cara de enojo, posiblemente me insistía y me regañaba, pero creo que se ha rendido así que sólo me da la lista — todavía tiene pañales así que puedo esperar un día más.—
— Nina — le digo mientras veo como cierra la puerta de su habitación.
Como decía, Nina me puede hacerme sentir el peor de los seres humanos sin ni siquiera intentarlo, aún me sorprendo que siga conmigo, yo ya me hubiera ido al ver la pésima persona que puedo llegar a ser.
Guardo la lista de cosas en el bolsillo de mi pantalón y contesto inmediatamente la llamada que acaba de entrar en mi móvil, este es mi trabajo, lo siento, aunque debo admitir que cada día más me cuesta más dejar a Nina con Mar y no porque no confíe en ella, si no porque poco a poco me importan más.
[...]
Horas después de la última visita que tuve uno de los hoteles que está por inaugurarse pronto, entro al restaurante y enseguida veo a Alessandra sentada en la mesa de siempre, estira la mano para indicarme que allí está a pesar de que ya la había visto. Camino hacia ella mientras veo a esa hermosa rubia, ojos azules y sonrisa perfecta a lo lejos. Sólo de imaginarme qué pasará más noche me excita, ya que Alessandra es lo que podemos llamar mi “amiga con derechos” y tenía mucho tiempo que no la veía.
Mientras voy hacia ella mi móvil suena, lo saco rápido y veo "Nina". No lo contesto, no quiero que me arruine esta noche que alguno de sus reclamos que baje mi autoestima hoy.
— ¡Hola! — me recibe ella con ese acento tan encantador que siempre me gusta.
— Hola, disculpa si llegué tarde.—
— No para nada — contesta ella.
Dejo mi móvil sobre la mesa y vuelvo a ver "Nina" en la pantalla, después desaparece y leo "3 llamadas perdidas"
—¿Todo bene? — me dice ella.
— Sí, es una persona un poco molesta — digo entre dientes cuando vuelvo a ver "Nina".
— Pues apaga el móvil — sugiere ella.
"5 llamadas perdidas"
—Tienes razón — digo y apago el móvil para disfrutar el resto de la velada con ella, guardo el móvil en la bolsa de mi pantalón, tomo la copa de champaña que tengo en frente y después de ahí, vuelvo a ser yo.