—La niña es sorda — nos dice el pediatra después de algunas pruebas que le ha hecho.
— ¿Cómo dice? — pregunto de inmediato.
— Sí, la niña es sorda, probablemente podremos hacer unos estudios más y ver si con un aparato para escuchar logra hacerlo, pero por ahora está muy pequeña, así que no escucha nada, sólo responde a lo que ve o cuando la tocan, deben tener cuidados algo especiales, sobre todo a la hora de tratarla.—
Me quedo viendo a Nina porque no sé qué decir. Mar es sorda, por eso llora tanto, porque no sabe qué está pasando a su alrededor, de pronto me siento fatal por todas la veces que dije en voz alta que guardara silencio y le pregunté qué le pasaba. Sabía que era pequeña para entenderlo pero ahora que sé que sólo sentía mi cuerpo tenso me hace arrepentirme de todo.
— Bueno, al menos ahora podrás decir "idiota" en voz alta y ella no aprenderá la palabra — dice Nina más molesta que sorprendida.
— En unos meses pueden regresar con Mar, haremos los estudios y sí hay posibilidad de un aparato para escuchar se lo ponemos y ella podrá escucharlos. También les daré una fórmula especial que debe tomar, ya que la niña está baja de peso ¿nació antes de tiempo? — nos pregunta.
Nina y yo nos quedamos callados porque en realidad no sabemos qué responder — lo digo porque parece que nació de siete meses o algo así, no tiene el peso y la estatura de una niña recién nacida.
Él deja a Mar cuidadosamente sobre la camilla — puedes vestirla de nuevo — me indica, en unos momentos regreso con la receta, y con las indicaciones.
El doctor sale del consultorio y Nina y yo nos quedamos en silencio, no nos decimos nada porque no hay nada que conversar entre los dos, no somos los padres de Mar. Ella la toma cuidadosamente y comienza a vestirla con el mismo conjunto que trae desde que nació.
— Ves, te ibas a llevar a una niña sorda por todo Europa — me recalca.
— Demasiado para un día — murmuro y ella me ve con una cara de pocos amigos.—
El doctor regresa con una receta, un bote pequeño de fórmula y una pomada — esto hay que ponérselo cada vez que la bañen hasta que se acabe, la irritación desaparecerá en unos días, esta es la fórmula, debe alimentarla cada 3 horas y les dejo la receta para que puedan volver a comprar la fórmula en la farmacia ¿está bien?.—
Tomo la receta entre mis manos y la leo— En lo que cabe la nena está bien, no tiene problemas del corazón, ni respiratorios, ni nada qué necesite cuidados excesivos, su hija es sana.—
— Ves chiquita, estás sanita — le dice Nina tierna mientras la niña trata de abrir los ojos para verla.
— Es muy importante el contacto con la nena, por ahora, cargarla mucho, tenerla cerca, necesita eso.—
— Gracias, doctor — contesta ella mientras me voltea a ver.
— ¿Podemos irnos? — pregunto.
— Sí claro, mucha suerte. Hasta luego Mar — le dice el doctor mientras le toma la manita.
Nina y yo salimos del consultorio — Adelántate yo pagaré la consulta — le digo y ella comienza a caminar con Mar entre sus brazos.
Necesito estar solo, es demasiada información por un día y saber que la bebé es sorda me ha pegado un poco más de lo que pensé. Después de pagar, camino lentamente tratando de aprovechar todo el tiempo que tengo para mí antes de llegar hacia ellas. Al salir a la calle Nina se encuentra arrullando a Mar que está llorando de nuevo.
— ¿Ahora qué? — digo en un tono de hartazgo.
— Tiene hambre es todo, pero ahora le daremos de comer ¿verdad mi amor? — le dice Nina con una ternura que no sé si me enternece o me harta — ¿Crees que nosotros también podamos ir a comer algo? — y sonríe.
— ¿Qué te parece si comemos en el piso? — sugiero.
— ¿Tienes algo preparado? — me pregunta.
—No, pero podemos pedir algo. La verdad quiero llegar a dormir ya — y me doy la vuelta dándole la espalda.
Siento la mano de Nina sobre mi brazo — ¡Oye! Sé que estás harto pero todavía falta ir a comprarle a Mar ropa, pañales, ella también tiene que ir preparada a este viaje tuyo, así que necesita muchas cosas.—
— ¿No puedes venir tú con ella? — pregunto.
— No, es tu hija y tú debes estar presente.
—No es mi hija — vuelvo a negarla y ahora lo hago con a volumen alto porque sé que la niña no me escucha — No sé de quién es, no sé por qué estoy haciéndome responsable de ella y no sé porque estás tú aquí, me harta que me juzgues con ese, rostro — y titubeó en lo último porque en sí Nina no es nada fea.
— Bueno — dice ella molesta y enseguida me pone a Mar entre los brazos y me cuelga la pañalera en el hombro — Adiós.—
Y comienza a caminar dejándome de pie sobre la calle con la bebé en brazos — ¿es en serio? ¡Nina! — le grito pero ella no me hace caso, así que me obliga a seguirla — ¡Nina! — vuelvo a decirle y cuándo está a punto de entrar al metro la paro — ¡Te lo pido! No te vayas ¡No vuelvo a decir eso! ¡Podemos ir a comer donde quieras! — le grito y ella voltea.
— ¿Y dejarás de ser el niño rico que hace rabietas? — me pregunta.
— Sí, dejaré de serlo.—
Ella regresa y toma a Mar entre sus brazos — Se me antoja hamburguesas ¿vamos? — y comienza a caminar de nuevo hacia el auto.
[...]
Nina trae a Mar pegada a su pecho mientras la carga en la nueva pechera para bebé que acabamos de comprar. Ella revisa los pequeños conjuntos de bebé, los toma y sonríe — Awwwww, te imaginas a Mar con este vestidito — me dice mientras me lo enseña.
— Compra lo necesario Nina, sencillo y necesario, no lo que está de moda — le digo molesto y vuelvo a colgar el vestido con falda tutú que me acaba de enseñar.
— Bueno — dice en un tono que no me agrada— yo sólo decía que si era la hija de Pablo del Moral tenía que estar muy bien vestida.
— Nina — digo de inmediato — Estás son las reglas ¿vale? Tú cuidas a la niña mientras yo hago lo mío, no quiero molestias, no quiero desvelos, nada que tenga que ver con eso porque para eso te voy a pagar. Así que, toma lo necesario para la nena y vámonos que en verdad necesito descansar, mañana será un día muy largo para mí.
Ella me observa y pone la palma de la mano sobre la cabecita de la bebé y la acaricia — Como tú digas — contesta y vuelve a la ropa para tomar algunos conjuntos.
— Cuando estemos en el viaje — continuo — te quedarás en el hotel hasta que nos vayamos y así hasta que regresemos ¿de acuerdo? Puedes moverte dentro de las instalaciones, pero no salir, no quiero arriesgarme—
— Wow, ¿veré sólo los hoteles? — me pregunta.
— Nina — le murmuro — te juro que no necesitarás salir de ahí —
—OK, ok, sin movernos del hotel ¡Qué pesado! .—
— Y por cierto, sabes que esto es secreto, así que nada de comentarle a alguien más — le digo con tono de advertencia.
Nos acercamos al área donde están los biberones, chupetes y accesorios para bebés y yo tomo una sonaja — No te preocupes, esa es una cosa menos que comprar — me dice molesta haciéndome sentir mal de nuevo. Después, toma dos biberones, varias mantas y un carrito.
— No, no, no — le digo de inmediato — no voy a comprar eso.
— ¿La cargaré todo el día? — me dice molesta — ¿No puedo ni siquiera tener esto? Me dolerá horrible la espalda de cargarla así.—
— Para eso tienes el porta bebé — le sentencio — no quiero comprar demás y luego tener que donar o regalar.—
Ella me mira a los ojos y de pronto me doy cuenta que son de color miel, que sus labios son increíblemente carnosos y que su piel es increíblemente sedosa a la vista.
— Sabes, me alegro que Mar no pueda escuchar, así nunca sabrá que su padre nunca la quiso y que desde que llegó a su vida le rechazó — dice dura.
Después me da un último accesorio que no sé que es — Paga — dice molesta — no te preocupes, me encargaré de que Mar aproveche todo esto que tan dadivosamente tú le das — dice en tono de sarcasmo — y se aleja de mí para ir a otros departamentos y comprar más cosas para la bebé.
[...]
Regresamos al piso después de unas horas y por fin me quedo completamente solo, entro a mi habitación me encierro y me doy una ducha larga para después hundirme en la cama y quedarme dormido para ver si esta pesadilla se termina pronto.
Mientras me pongo el pijama escucho que Nina camina por la sala cantando una canción, no tiene mala voz y es una lástima que Mar no pueda escucharla — Abro la puerta y la veo en pijama, un short y top color rosa, con Mar en brazos dándole de comer — mmm hueles a bebé — le dice mientras le besa la cabecita.
— ¿Para qué le cantas si no puede escucharte? — digo sonando muy cruel y hasta yo me doy cuenta pero ya lo dije y no puedo arrepentirme.
— Le canto porque siente las vibraciones de mi pecho — contesta — quiero acostumbrarla a eso para que sepa que cuando pasa es porque tiene que tranquilizarse — me justifica sin voltearme a ver.
Camino hacia ellas y Nina se aleja de mí — Ya está dormida — me dice seria — Creo que a la niña no le cae bien tu presencia.—
Sé que he repetido hasta el cansancio que Mar no es mía pero que Nina me diga que yo soy una persona tóxica me hace sentir mal — Sólo quería verla — me justifico.
Ella voltea y me la enseña, Mar duerme profundamente entre sus brazos y viste uno de los nuevos conjuntos que Nina le acaba de comprar — Aún le quedan grandes pero pronto los dejará ¿Verdad pequeña? — le habla pero Mar continúa dormida.
— Pobre criatura ¿con qué corazón la abandonan a su suerte? — dice Nina, pero no sé si está hablando en voz alta o me está preguntando a mí
— Nina — la interrumpo — No suelo ser así de irritante como este día, sólo que no he dormido bien y estoy preocupado por el viaje, por evitar que mi familia se entere y todo lo que debemos hacer, pero antes de ir a dormir ¿cuento contigo para que este plan funcione? ¿verdad?.—
Ella suspira mientras me observa, su cara es de molestia y debe de estarlo, no he sido la persona más agradable este día — Buenas noches Pablo — me contesta y después camina arrullando a Mar hacia la sala para sentarse sobre el sofá e ignorarme por completo.