Caminé durante mucho tiempo las calles de piedra, mirando el paisaje y las personas que me rodeaban. Era muy tranquilo, nadie me prestaba atención muy ocupados con sus asuntos. Tal vez Lucía tenía razón después de todo. Estaba del otro lado del mundo y aquí no era la hija de Connor Willes, sino una persona más. El delicioso aroma del chocolate me llevó hasta una pequeña tienda junto a una fuente. Estaba escondida y no era muy fácil de verla sino seguías a tu nariz. Cerré los ojos inhalando y gimiendo de placer. Sin dudarlo entré para deslumbrarme con las maravillosas creaciones que exhibían. -Estoy en el cielo del chocolate -murmuré. Vitrinas llenas con bombones de todos los tamaños, formas y colores me tentaron, especialmente unos de chocolate n***o con relleno de caramelo salado. M