La caminata en la playa estaba siendo maravillosa. El viento soplaba moviendo mi cabello y el olor del agua salada era tranquilizante. Me había descalzado para caminar en la arena llevando mis calzados en una mano mientras con la otra sujetaba la mano de Daniel.
Él no había dicho nada desde que salimos de la casa, se mantenía en silencio mirando hacia adelante. La única incomodidad que notaba era su molestia por la arena, paraba cada pocos minutos para revisar sus deportivas. Realmente no tenía ganas de hace más incómoda la situación pero quería hablar. El silencio me estaba molestando un poquito.
-¿Estás bien con toda lo que ocurrió? -pregunté.
Él no contestó, simplemente se encogió de hombros. Me detuve y lo obligué a mirarme.
-Necesito que me hables amor, porque me preocupa un p
