Rich y yo nos montamos al auto de mi padre, manejé urgente al hospital en busca de Hasley. No quería que nada malo le pasara. —Tranquila, ella estará bien —me había dicho Rich, tranquilizándome. Agradecía estar con él en estos momentos, necesitaba su apoyo. Estacioné el auto y salí, adentrándome por las puertas del enorme hospital. En cuanto entré el llanto de niños, las voces de enfermeras llamando a por los altavoces no se hicieron esperar. A lo lejos miré la recepción, en donde se encontraba sólo una enfermera. —Disculpa, ¿está Hasley...? —mierda, no recuerdo su apellido—. Es una de las chicas del incidente de ayer, me pareció que la trajeron aquí. —¿El incidente en la fiesta de una chica universitaria? —quiso saber. —Si, ese. —¿Hasley Green? —leyó en un papel para luego mirarme.