Tranquilizarme no pareciera ser una opción, dejar de leer los mensajes que continúan llegando tampoco y al parecer esto desata la preocupación de Mykel. —Dame esto —me pide quitándome el teléfono de la mano. —Mykel —trato de intervenir, pero es muy tarde cuando él se aleja un poco y lo veo escribiendo algo. Con la poca fuerza que tengo, me levanto y me acerco a él—. ¿Qué has hecho? —pregunto secando mis lagrimas con la punta de mis dedos. Mi esposo guarda el celular en el bolsillo trasero de su pantalón y luego voltea para verme. —Hice lo que debía hacer, y al llegar a casa lo seguiré haciendo —responde y lo miro con dudas. —¿De qué hablas? —murmuro. Me toma de la cara con delicadeza y sus ojos fijos en los míos me da paz. —Quien haya filtrado ese video sabrá lo que es meterse con m