Tal vez son mis ansias mezcladas con mis nervios, o quizás es que él está tomando todo con demasiada calma no lo sé. La única certeza que tengo en estos instantes es que nuestro paseo por esta hermosa ciudad se siente extraño. Lo escucho contándome detalles y me siento como cuando era una niña pequeña y mis papás me decían que me iban a llevar a mi parque favorito, pero antes de eso debíamos encargarnos de algún asunto urgente. —El palacio es increíble, ¿no? —me cuestiona cuando estamos en la terraza de la iglesia que ofrece las mejores vistas del lugar. —Todo es hermoso, y el atardecer mucho más —digo y suspiro. —¿Qué ocurre? Estas muy seria —señala y no comprendo si se está burlando de mi o que. —Nada, solo que me pregunto a donde me llevaras a cenar —me excuso y de verdad que no sé