-Señor, Doménico ha intentado meterse en nuestras instalaciones nuevamente – avisó uno de los subordinados de Alessandro – creemos que estaba buscando información. -Este maldito no se cansa – refunfuñó Alessandro, fastidiado - ¿Qué han hecho con él? -Lo tenemos recluido en la bodega del ala sur, señor. Alessandro sonrío, Doménico acababa de tender su propia trampa, pensó, al tiempo en que se ponía en pie. -Déjamelo a mí, yo iré a hablar con él. Alessandro se arregló el blazer de su traje y entonces fue hacia la bodega, donde Doménico forcejeaba por desatar los nudos que tenían sujetas sus manos. -Creíste que ibas a ser más listo que yo y que lograrías entrar en mi oficina, ¿No es así? – se burló Alessandro, viéndolo humillado y lastimado en aquella silla - ¿Qué era lo que estab

