-Señor tenemos una noticia – dijo uno de los subordinados de Alessandro, llamándolo por el teléfono de forma preocupada.
-¿Ahora que pasa? – Alessandro soltó un bufido, últimamente no hacía más que arreglar todas las cosas que su equipo hacía mal, el hombre se estaba hartando de estar rodeado de personas tan incompetentes.
Sin duda alguna, de haber tenido hombres más entrenados, entonces él no habría tenido que preocuparse tanto por Doménico, por Georgia o por sus amistades.
-Señor, se trata de Doménico… - el hombre titubeó, a pesar de que estaba al otro lado del teléfono, sabía y era consciente de que estaba a punto de despertar la ira del líder de la mafia.
-Quiero que dejes los rodeos y me digas de una puta vez que es lo que está sucediendo.
Alessandro respiró profundo, aunqu
