Cuando Alessandro salió del baño Georgia tenía el rostro empapado en lágrimas, su corazón estaba latiendo a toda velocidad y la mujer no podía evitar pensar en su sueño, en la advertencia que le dio Doménico y en la realidad que estaba viviendo, por un segundo, se sintió como una farsante al haberle dicho que si a Alessandro aun cuando sabía que no era prudente. Se sintió mal al haber traicionado sus propios principios aceptando ser la pareja de un hombre que le hizo daño a lo más valioso que ella tenía, sus padres. Quizá no fue el propio Alessandro, pero el hecho de aceptar estar con alguien que hacía parte de una organización que hacía daño a las personas le pareció repugnante y desastroso, casi como si ella fuera una cómplice. -Georgia ¿Te sucede algo? ¿Está todo bien? La mujer ne

