–Ha sido un placer hacer tratos contigo, Georgia – dijo Alessandro, tomando su mano de forma ruda y estrechándola. Ella hizo una mueca que al hombre le resultó sumamente graciosa, si ella supiera que lucía igual a una niña pequeña, probablemente se hubiera abstenido de hacer aquel gesto, aun así, a Alessandro le pareció incluso un poco adorable. –Lástima que yo no pueda decir lo mismo – ella recibió el dinero que él le estaba dando – ¿Podrías ser más disimulado? – le pidió, mirando con el rabillo del ojo para todos lados – lo menos que quiero es que las personas piensen que me estás pagando por otras razones. Alessandro soltó una risa de medio lado – ¿Te da miedo que piensen que eres mi puta personal? O ¿Es que acaso te da miedo que ese nuevo prospecto tuyo piense mal de ti? –¿Cuál