Capítulo 12: Yo No Quiero Suerte

952 Palabras
Dejar el pasado atrás para crear nuevos recuerdos no es tan fácil como se dice. Es bastante complicado no tratar de retomar en el punto que te quedaste, reescribirlos besos, las caricias, y sobre todo las miradas que por momentos parecen arder, y en otros te das cuenta del frío que guardan. Volver a mirarla sin quemarme por dentro, o morirme de ganas de besarla es algo que me cuesta, pero que también sé que ella necesita. —¿Te gustó la comida que preparé?—Me atrevo a preguntarle, y ella asiente. —No sé por qué dices que cocinas mal, para ser sincera eres muy bueno y podría cederte la cocina cuando quieras—Habla animada y es así como me gusta escucharla. —¿ Acaso no te gusta cocinar?— Le preguntó divertido. —Me encanta cocinar, y lo hago bastante bien, pero no tendría problema en compartir la cocina contigo—Declara y a pesar de las dudas que rodean cada paso que doy, me pongo de pie y me acerco a ella. —¿ Y compartirías un baile conmigo?— Averiguo y ver la manera que esa sonrisa se dibuja en su rostro me hacen entender que todavía cabe una posibilidad de que las cosas mejoren todavía más. Sin pronunciar otra palabra, extiendo mi mano y por alguna razón ella mira nuestro alrededor, algo confundida. —No hay música, ¿ que se supone que vamos a bailar?—Cuestiona y ahora soy yo quien sonríe. Me quedo callado y sin que ella se percate, meto la mano al bolsillo de mi pantalón y presiono el botón para que la música suene en los parlantes inalámbricos que coloque alrededor. La melodía de una canción que escuche hace poco suena junto al sonido de las olas y ella sonríe —Yo no quiero suerte, yo te tengo a ti— Le canto al ritmo de la canción de Alejandro Sanz. —Y yo te tengo a ti— Rebate acercándose a mis labios —Los corazones fuertes se tienen que encontrar— Continua y rozo mis labios con los suyos. —Te quiero ver bien siempre— Expreso sincero y llevo una de mis manos a su espalda —Estoy dispuesto a todo con tal de verte sonreír una vida entera— Susurro y de a poco nuestros cuerpos se acercan tanto que ni siquiera nuestras sombras cabrían entre los dos. —Pierre… mi amor— Pronuncia mi nombre casi como si fuese una súplica y la miro a ese mar que son sus ojos. —¿Qué mi torbellino?— Inquiero perdida en su aroma. —Casémonos en la iglesia que vimos de camino aquí— Me pide y por supuesto que no esperaba algo como esto. Es tanta la sorpresa, que me quedo quieto y la miro a los ojos —¿Qué?— Pregunto tratando de no reaccionar de una manera indebida. Son sus dedos los que ahora acarician mi cabello y se enredan entre este —Él ya no está, por ende, soy oficialmente una mujer viuda, ¿no?— Explica haciéndome sonreír. —Lo eres, pero recuerda que por ahora no queremos que nadie sepa dónde estamos— Le recuerdo. —Lo sé, y podemos pedirle al cura que nos guarde el secreto, ¿Qué dices?— Insiste haciéndome sonreír. No dejo de mirarla y tan solo respiro profundo —¿Puedo ser machista por un minuto?— Cuestiono divertido y ella entrecierra sus ojos. —¿Qué es lo que harás?— Averigua confundida. Sin decirle una sola palabra más, la suelto un poco para así tener el espacio suficiente y arrodillarme frente a ella. Puedo darme cuenta lo gracioso que esto le resulta, pero para seguir mi juego no dice nada y solo se me queda mirando. Antes de tomar su mano de una manera más formal, busco el pedazo de cinta color blanca que guardé en el bolsillo trasero de mi pantalón más temprano el día de hoy y se la enseño —Sé muy bien que este no es el anillo de diamantes que te mereces, pero es que tú te has adelantado un poco a nuestros planes y me toca improvisar—Anuncio haciéndola reír. —No tienes que ser tan formal, solo quiero que unamos nuestras vidas para que nunca más nos vuelvan a separar—Explica y sonrío. —Yo también quiero eso, y por esa misma razón estoy aquí arrodillado y queriendo hacerte la pregunta más importante de nuestras vidas, ¿ te casarías conmigo para formar una familia juntos?— Le propongo y aun sabiendo cuál será su respuesta me emociono cuando ella asiente. —¡Claro que acepto!— Exclama completamente feliz y de inmediato me levanto de la arena para rodear su dedo anular con la pequeña cinta blanca que encontré y simuló que es un anillo. —Te amo— Son las dos únicas palabras que salen de mi boca e inmediatamente ella me toma de la cara para acercarme y besarme. —Yo también te amo, y no me importa que nos hayan querido hundir una y otra vez. El amor que siento por ti es indescriptible y a pesar me quedé lucho cada día con mis fantasmas, no quiero que perdamos ni un solo instante más ahogándonos en la tristeza. Si me lo preguntas, prefiero ser valiente y atreverme a vivir a pesar de los miedos— —Yo también prefiero luchar para ser feliz contigo, siempre voy a intentar que seamos felices sin importar las tormentas que nos puedan abatir—Declaro y no hay promesa más importante entre nosotros dos que está, una duda nunca nos daremos por vencidos.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR