Una semana después: 9 de octubre
Hace una semana que nos encontramos en San Andrés, y si bien Yanna está un poco más tranquila, no ha vuelto a ser ella del todo. Me encantaría poder entrar dentro de su cabeza y saber qué es lo que le está ocurriendo, conocer qué fue lo que pasó cuando la secuestraron. Me duele imaginar el daño que le habrán podido hacer, pero también soy consciente de que no debo hurgar en la herida sino quiero causarle más daño.
Apenas he conseguido que estemos los dos en la misma cama a la hora de dormir, por ahora tocarla no es algo para lo que ella esté preparada, y mi paciencia es bastante grande como para entender que cualquier error de mi parte podría hacerle peor. En el hospital me dijeron que no había signos de que hubiesen abusado de ella, pero a veces me da la sensación de que algo grave ha sucedido para que se encuentre así.
No sé ni siquiera como indagar en ese tema, como saber cómo ayudarla, ¿y si le hago más? Eso sencillamente no me lo perdonaría. Ahora estamos aquí los dos sentados en la playa, disfrutando de este exquisito clima mientras que observamos el horizonte. Ella esta en absoluto silencio y una vez más me encuentro en esta disyuntiva de indagar o no —Mi torbellino— La llamo haciendo que finalmente gire su rostro para verme.
Sus ojos azules todavía se ven tristes —¿Sí?— Pregunta al darse cuenta de que no digo nada más.
Respiro profundo, y me atrevo a acomodar un mechón de su cabello detrás de su oído —No sé cómo preguntarte esto, tampoco sé si deba, pero es que necesito saber que te hicieron— Me atrevo a decirle finalmente y algunas lagrimas se escapan de sus ojos —Por favor, necesito poder ayudarte. Estoy como cuando ese hijo de puta te hizo todo eso… y ahora no sé si se repitió— Explico y ella simplemente se acuesta sobre la arena apoyando su cabeza sobre mis piernas.
Acaricio su cabello con suavidad sabiendo que esto es lo que ella necesita y respiro lo más tranquilo que puedo —No recuerdo mucho de lo que paso, es como si me hubieran drogado, no lo sé… pero solo recuerdo vagamente lo que uno de ellos hacia cada noche— Pronuncia y mi miedo se hace mayor.
—¿Me quieres contar?— Le pregunto con bastantes dudas.
Ella cierra sus ojos y se hace pequeñita abrazando sus piernas —Solo recuerdo que uno de ellos venía cada noche a darme lo que se supone que era la cena y…— Trata de hablar.
—Yanna, por favor— Le pido.
—Rompió muchas veces mi ropa para tocarme, no me violo, pero… le divertía tocarme. Yo no podía defenderme, estaba tan ida que lo veía y solo puedo recordar que lloraba porque no me hiciera lo mismo que Hans— Termina de hablar y mi rabia es algo incontrolable en este instante.
—Lo siento preciosa, siento tanto todo por lo que has tenido que pasar… no sé qué hacer para ayudarte, para borrar todo eso de ti. Siento que te falle una y otra vez— Expreso completamente angustiado.
La escucho llorar mientras que de a poco voy haciendo que se siente en la arena y la abrazo contra mi tal y como si fuera una niña pequeña —Por favor, ayúdame a olvidar todo aquello. No te quiero rechazar, no quiero tener miedo a esta contigo. Quiero volver a empezar y darme cuenta de que podemos ser felices— Me pide y sé perfectamente que el camino de recuperación será lento, pero ella me necesita entero y dispuesto a todo por hacerla feliz.
—Lo vamos a conseguir, vamos a sacarte de toda esa pesadilla, lo prometo— Le aseguro mientras beso su cabello.
En el fondo quisiera llamar a un amigo, pedirle que localice a los hijos de puta que la secuestraron, y por supuesto, pedirle que los mate a todos, pero por ahora, debo centrarme en Yana. Ella me necesita más que nunca y no le pienso fallar —¿Me ayudas a volver a acercarme a ti? No quiero rechazarte, te juro que no… yo te amo Pierre y quiero que seamos felices— Explica y cada vez que alguien la lastima, me lastiman a mí también.
—Vamos a hacer que te cures, te lo prometo— Insisto mientras que en mi cabeza empiezo a buscar las maneras para sanar cada una de sus heridas.
Tengo claro que esto será un reto, pero también sé que, si lo intentamos juntos, todo será mucho más fácil —Solo creo en ti— Me dice a pesar de que los miedos a veces pesan mucho más.
—No te voy a defraudar mi vida, vamos a hacer todo lo necesario para que tú estes bien, para que podamos construir un futuro soñado y que, con el tiempo, todo lo que has vivido quede como un muy mal recuerdo y nada más— Expreso y sé que tal vez las cosas no sean tan fáciles como creemos, pero al menos debemos intentarlo.